La Rioja Alta | Haro
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Clásicos del ayer para el mañanaVídeo: Luciano Coccio. Imágenes: Google Earth
El sonido de la campana a las tres de la tarde, camuflada en un rincón de La Rioja Alta, nos sume, tañido a tañido, en un viaje al pasado, llamando al final de la jornada cada día junto a la entrada histórica de la bodega. En esa regresión pasamos por el despliegue en Rías Baixas, Ribera de Duero y Rioja Alavesa; retrocedemos al estreno del Club de Cosecheros; catamos las añadas inaugurales de Viña Alberdi, Viña Arana y Viña Ardanza; aún más atrás apreciamos los primeros vinos que salieron embotellados de sus instalaciones; sufrimos la filoxera; y frenamos, poco a poco, en 1890, en el momento en el que cinco familias de empresarios vascos y viticultores riojanos unen sus patrimonios, financieros y agrícolas, para fundar la Sociedad Vinícola de La Rioja Alta. De lo grande a lo pequeño; de la vanguardia a la tradición.
No hay duda de que La Rioja Alta es uno de los mayores exponentes del clasicismo riojano, que sigue una línea recta desde su fundación, cuando se invirtió en 4.000 barricas para vinos de crianza guiados por la sabiduría del enólogo francés monsieur Vigier. «El origen de la bodega se explica en la necesidad de aprovechar todo ese conocimiento y técnicas que llegaron de fuera y desde el principio se enfocó en la apuesta por los vinos de calidad, colaborando en la revolución cualitativa que vivía Rioja», explica Guillermo de Aranzabal, presidente del grupo y quinta generación familiar al frente de la bodega.
Tempranillo 90% y Graciano 10% Cuatro años de crianza en barrica. Primer 'selección especial'. 128,50 euros
La bodega :
Dirección Avenida de Vizcaya, 8 (Barrio de la Estación)
Fundación 1890
Contacto https://www.riojalta.com/
La etiqueta de clásicos no molesta en La Rioja Alta, es lo que les ha permitido alcanzar los mayores laureles, como en el Gran Reserva 890, el vino de los cien puntos, el que conecta a Vigier con Julio Sáenz, actual director técnico, también histórico. «A mí me gusta decir que somos clásicos de vanguardia. Nos hemos adaptado bien a ciertas tendencias, pero no podemos seguir modas porque los vinos que hagamos hoy, el mercado los verá dentro de ocho años», comenta Guillermo de Aranzabal. Esta filosofía se traduce en «vinos con más fruta, más frescos, con más color, pero manteniendo lo que es clásico para nosotros, el final complejo, sedoso, redondo».
Más allá de su reconocible elaboración, La Rioja Alta ha reforzado su apuesta por la tierra. «El viñedo propio, la intención por dar importancia a la uva, ya estaba en el origen de la bodega», apunta De Aranzabal recordando a los viticultores fundadores. Llevar el 'coupage' a la parcela, con mezcla de variedades sobre el terreno, el enfoque en viñas de más de cincuenta años, la compra de tierras por encima de 750 metros como adaptación al cambio climático... Porque ninguna decisión en La Rioja Alta es a corto plazo. Su primer vino fue un reserva. Los experimentos para aumentar la crianza en barrica del gran reserva actual necesitan doce años para conocer sus resultados.
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