Vídeo: Luciano Coccio. Imágenes: Google Earth
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En 1973, hace ahora cincuenta años, el arquitecto Juan Antonio Ridruejo finalizó la construcción de un edificio en el que hizo su propia interpretación de una catedral gótica de tres plantas y un crucero central en perfecta armonía para ... acoger un centro de elaboración de vino. Entonces veía la luz el primer templo de la Denominación Rioja, un lugar de interés arquitectónico además de vitivinícola «que destaca, sobre todo, por su funcionalidad», resalta Maite Soria, jefa de marketing de Bodegas Olarra.
Ridruejo se formó en Francia y Estados Unidos, habló con distintos enólogos para conocer las principales necesidades que hay en el proceso de elaboración del vino e ideó este edificio construido con hormigón armado, encofrado, cristal o entablillado de madera.
Tempranillo 2020 El tempranillo es el gran protagonista (92%) de este vino con mucho carácter cuya crianza se ha hecho durante 15 meses en barrica nueva de roble americano
Dirección Avenida de Mendavia, 30. Logroño
Año de fundación 1972
Contacto www.grupobodegasolarra.com
La planta, en forma de 'Y', tiene tres brazos destinados a las zonas de elaboración, de almacén y de embotellado. El tejado que corona la sala de barricas está formado por uno de sus elementos arquitectónicos más característicos, un grupo de 111 pirámides hexagonales. Y su función no es únicamente estética porque esas cúpulas están recubiertas de tejas árabes que son reflectantes a la luz solar, permitiendo así una regulación térmica natural en la zona de crianza de los vinos y evitando los cambios bruscos de temperaturas. Asimismo, el diseño del edificio hace que el sol no caiga de forma perpendicular sino oblicua y la incidencia de los rayos sea menor.
Si en Olarra hay un rayo que ilumina por encima del resto es el vino que lleva este nombre y del que, por el momento, han salido dos añadas: 2019 y 2020. «Procede de un viñedo que esperamos que sea catalogado como singular, tiene ocho hectáreas y está en El Cortijo», explica Javier Martínez de Salinas, director técnico de la bodega. La intervención en el viñedo es «mínima» y cada añada «es diferente a la anterior porque con el cambio climático en el que estamos inmersos, las variaciones son continuas».
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También la etiqueta va cambiando y nada es comparable con lo anterior «porque, como decimos aquí, un rayo nunca cae dos veces en el mismo sitio», apunta Soria. Es la nueva expresión vitivinícola de esta bodega que aúna la modernidad de El Rayo con la tradición de Olarra, Cerro Añón o Añares, las grandes marcas de una bodega familiar –está en su tercera generación– que hace medio siglo fue pionera desde el punto de vista arquitectónico.
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