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Como si de una gran saga literaria se tratase, Bodegas Montecillo relata su historia con ingredientes de esos 'best sellers' que recorren generaciones familiares impregnando páginas de curiosos personajes, ascenso social, conflictos, sueños cumplidos y arraigo a la tierra. Todo enlaza en esa novela que ... la tercera bodega más antigua de la Denominación, más de siglo y medio después de su primera vendimia, decanta en unos vinos que pretenden reflejar su esencia.
Pese a lo que puedan aparentar sus poderosas y modernas instalaciones, adonde se mudó en 1975, Montecillo guarda con mimo sus orígenes en la antigua bodega de Fuenmayor. Entrar en ella es viajar al origen de Rioja y seguir los pasos de Celestino Navajas, su fundador en 1870, panadero, capitán de las milicias urbanas en las guerras carlistas, republicano, alcalde de Fuenmayor y hombre de inquietudes. Es conocer a su descendencia. A Gregorio, el anónimo, el viticultor, quien puso los ojos en una finca de 80 hectáreas en Cenicero: El Montecillo. A Alejandro, el hombre de negocios, que formó parte de la Sociedad Española de la Dinamita, participó en la central eléctrica de Buicio, fundó una naviera y construyó el cine Gran Coliseo de Fuenmayor. Es dar el salto con José Luis, el enólogo, la tercera generación, que llevó a la bodega a la modernidad y la traspasó, a falta de hijos naturales, a otra familia bodeguera: Osborne.
Monovarietal de graciano Unión de una viña de Rioja Alta y otra de Rioja Oriental. 28 meses en barrica y 18 en botella. 41,90 €
Historia difícil de condensar en pocas líneas. «Y hasta hace cinco años no sabíamos nada de esto», comenta con cierto orgullo Fernando Umbría, jefe de administración e historiador particular de Montecillo, encargado de bucear en unas memorias familiares que son patrimonio de Rioja y que no quedan solo en el relato. El mejor ejemplo es Viña Monty, marca emblemática que creó Alejandro en 1940. «Hemos querido recuperar su imagen y esencia», explica Mercedes García, enóloga de la bodega. Después de desdibujarse con el tiempo, el sello luce ahora como hace ochenta años, con etiqueta verde y vinos de parcela y guarda en su interior: tres reservas de graciano, garnacha y viura. «Aquí el que manda es el vino, es el que nos dice cuando salir», comenta la enóloga.
Al llegar a la bodega hace ya quince años, Mercedes García se puso manos a la obra para estudiar y categorizar el viñedo y poner en valor la tierra y a sus viticultores –«que están convencidos de que esta es su bodega–, tal y como Gregorio Navajas hizo a comienzos del siglo XX al apreciar el potencial de un viñedo de cuento en un meandro del Ebro e impulsar la Sociedad de Labradores de Fuenmayor. Otro de sus grandes vinos, el 22 Barricas, también recuerda a sus orígenes, a las tierras que heredó Eusebia Lafuente, mujer de Celestino Navajas, y a la elaboración del fundador, con un 'coupage' de cuatro variedades. Montecillo repasa las primeras páginas de su historia consciente de que en ellas está la fórmula para escribir los mejores capítulos.
Vídeo: Luciano Coccio. Imágenes: Google Earth
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