Remelluri | Labastida

Aprender del pasado, preparar el futuro

En Rioja una vez tuvimos un sueño, el de hacer el mejor vino del mundo, pero solo fue un sueño y una vez».

Telmo Rodríguez dixit. La frase surge en la conversación en la Granja Nuestra Señora de Remelluri, a los pies del monte Toloño. Telmo es hombre de frases concisas, de vinos y de respeto al pasado para entender el presente y preparar el futuro. Hombre inquieto.

Remelluri fue en su tiempo la granja de los monjes de Toloño y a día de hoy suma 97 hectáreas de viñedo. Es casi imposible recorrerla y no caer en el Síndrome de Stendhal, como bien apunta Justo Rodríguez mientras la inmortaliza a través de su cámara. «El vino es algo psicológico», dice. «El aspecto psicológico le da valor», aclara.

Así se entiende que a su mentor le cueste decidirse por un viñedo. Sería injusto descartar el resto. Las Beatas fue el primer gran viñedo de Telmo, de la Compañía de Vinos, a nivel mundial, pero no el único. Ahí está Yjar, que nació en el 2017 y que vende en La Place de Bordeaux, el mercado de los mercados. ¿Cuál produce mayor orgullo? «Las Beatas es un hijo que es un genio e Yjar es otro hijo que es otro genio», responde salomónicamente. «Rioja no es un territorio sino un logro y es una de las mejores zonas del mundo, un lugar de grandes vinos que estamos alejando de los grandes vinos. Hemos fallado al viñedo. Los vinos ya no se hacen en el viñedo. No se puede entender que el origen esté en la embotelladora», sentencia.

En esos viñedos turorizados para protegerles del viento que vigila la ermita milenaria se respira paz. Las vistas acaban allá donde termina la capacidad del ojo para disfrutarlas. Trabajo manual, con caballos; marcos de antaño, donde no puede entrar un tractor; troncos y brazas dominantes con pulgares que nacen a más de 150 centímetros del suelo. «No renunciemos a lo que hemos sido, a la Rioja del siglo XIV», dice. Ya existía el viñedo por aquel entonces aquí, porque donde había un fraile había una cepa y una botella.

En Remelluri se conjugan muchos siglos de experiencia vitivinícola. Vinos del siglo XXI, con viñedos de siglos anteriores y mentalidad evolutiva. No solo en los majuelos, sino en el paisaje, donde Telmo planta casi trescientos árboles al año, y en bodega hay madera en sus tinas, fudres, bocoyes y barricas. No hay bombas, ni mangueras de trasiego, ni acero inoxidable (que lo hay) a la vista. Detalles. «El vino de cualquier viticultor siempre es mejor que el industrial y el primero ha abierto el camino del gusto». concluye. Otra frase.

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