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Arriba, José Miguel Benés, Diego Magaña, Eduardo Eguren, Elías López y Arturo Benés. A la izquierda, abajo, Adrián y José Miguel Benés, en el calado de su bodega. A la derecha, Eduardo Eguren, 'instigador' del proyecto CDVIN. Irene Jadraque / SADE Visual
La misma pieza en la mente de cuatro tenores
Cordovín | CDVIN

La misma pieza en la mente de cuatro tenores

La familia Benés, Eduardo Eguren, Diego Anza y Elías López interpretan con libertad en bodega la garnacha centenaria de los majuelos de Valcuerna, en Cordovín, bajo un mismo proyecto, CDVIN, viñedo de pueblo, antes de que existiera esta diferenciación

Jueves, 28 de noviembre 2024

Cordovín, Valcuerna y una garnacha centenaria bajo cuatro miradas diferentes. Éste es el proyecto CDVIN que pusieron en marcha en 2019 la familia Benés y Eduardo Eguren y al que se han unido Diego Magaña (Anza) y Elías López (Verum). Misma uva, mismo terroir, pero con el hombre como elemento diferenciador. ¿Qué es más importante en la elaboración de un buen vino, el terroir o el hombre? ¿O van unidos indisolublemente?

Desde el mirador de la ermita de San Cristóbal se divisa no solo Cordovín, sino su jurisdicción. Se adivina Badarán, se visualiza Villar de Torre... y mucho viñedo. Los colores delatan las variedades. Ésta es tierra de tonos amarillos que surgen por la desaparición de la clorofila de las hojas. Tierra de garnachas. Al fondo, entre los tres pueblos citados se puede ver Valcuerna, un viñedo atractivo por la variedad, garnacha; por su extensión, cinco hectáreas; y por su edad, que supera los 100 años porque fue plantada entre 1911 y 1922. Y en aquellos años no era habitual una viña de semejante extensión y menos lo es que haya llegado hasta estos días. Supera, además, los 600 metros de altitud. Quienes la plantaron, la familia Benés, hicieron gala de pensar a muy largo plazo.

«Nosotros siempre hemos sido granelistas», dice Adrián Benés, una las cuatro piezas que dan forma a Valcuerna junto a José Miguel,Sergio y Arturo. En el año 2011 cambió todo, pues salieron al mercado con vinos jóvenes y ya en la cosecha 2019 dieron forma a un nuevo proyecto, CDVIN, es decir Cordovín, amparado en esa finca de Valcuerna. La unión de las cuatro consonantes y la vocal eran la contestación a reivindicar el vino de pueblo, al que hace tan solo cinco años se le negaba protagonismo en la etiqueta.

Cordovín

220 hectáreas

de viñedo en 10 bodegas

El proyecto es tan sencillo como complejo. La uva de esas cinco hectáreas se reparte entre la familia Benés, Eduardo Eguren, Diego Magaña y Elías López. Y cada uno de ellos elabora interpretando de una manera totalmente personal esas uvas que se vendimian, todas, el mismo día. «Este proyecto puede mejorarse mucho con la elección del día de la vendimia. El sabor de las uvas es el que marca el momento», dice Diego Magaña, que ya elaboraba en Navarra, en El Bierzo (en la famosa finca de El Rapolao)y en Rioja Alavesa.

El instigador, no obstante, fue Eduardo Eguren, acostumbrado a vivir en la Sonsierra y en pleno proceso de independización con su proyecto Cuentaviñas. «En 2019 me enamoré de esos viñedos y le dije a Sergio que intentáramos crear un proyecto con el objetivo de diversificar la zona de Cordovín, preservar este patrimonio histórico, evitar el arranque de estas joyas y que los elaboradores apostasen por venir aquí a comprar uva, a pagar más porque estamos en un valle que cuenta con la mayor concentración de garnachas centenarias del mundo», señala Eduardo. Yasí aparecieron Diego Magaña, un año después, y Elías López, en el 2021.

  1. José Miguel Benés Bodegas Valcuerna

    El origen de todo con fermentación semicarbónica y pisado

Valcuerna CDVIN 2021

Valcuerna CDVIN 2021
  • Inoxidable y bocoy , pero sobre todo un encubado con fermentación semicarbónica y pisado posterior. 30€

Los hermanos Benés –Adrián, José Miguel, Sergio y Arturo– son los propietarios de Valcuerna, una de los viñedos que cultivan en Cordovín. Ellos conciben este vino con una vendimia en cajas y un despalillado completo, pero muy suave. «No buscamos grado, sino mantener la acidez natural. No forzamos el rendimiento de la planta. Da los kilogramos que da y punto», remarca José Miguel Benés. «La idea es encubar con el grano prácticamente entero, para que haga una fermentación semicarbónica y en plena fermentación los pisamos para romperlos», detalla.

Sus fermentaciones oscilan entre los 10 y 15 días, según el año, sin maceraciones ni prefermentativas ni postfermentativas para evitar un exceso de extracción. «La maceración es igual a la duración de la fermentación», recalca José Miguel. Y del depósito de acero inoxidable pasa a barricas de 500 litros de cuatro años de edad como mínimo, donde hace la maloláctica.Antes han pasado por blancos.

El reto de los Benés es mantener la fruta. «Aprendemos cada año. Buscamos más frescura, por lo que también probamos a adelantar la fecha de la vendimia», señala. En el bocoy pasa entre once y doce meses, siempre con la premisa de que la madera «no se apodere del vino». «La barrica la usamos más para microoxigenar, no para que los vinos sepan a madera. Además, no es nuestro estilo», apunta Adrián.

  1. Eduardo Eguren Bodegas Cuentaviñas

    Maceraciones largas en tinas de madera y sombrero sumergido

Cuentaviñas CDVIN

Cuentaviñas CDVIN
  • La madera esta presente de principio a fin en su elaboración, con una larga maceración. 50€

Eduardo Eguren elabora 4.000 botellas de CDVIN dentro de su colección de Cuentaviñas. Asegura que con este vino la idea es «no parecerse a nadie, ni copiar ningún estilo ni moda». «Estos vinos representan la auténtica pureza y el auténtico terroir del valle del Alto Najerilla», resalta.

Esa diferenciación le lleva a elaborar la garnacha con despalillado completo y fermentarlo en tinas de roble francés de 1.500 litros con un sistema de sombrero sumergido que permite que el sombrero este siempre mojado. «El mismo carbónico de la fermentación hace el remontado al empujar la oruja hacia arriba. Logras una buena extracción, muy suave, y no corres riesgos con la oxidación. Maceración que se extiende hasta los 28 o 30 días, a baja temperatura. El inicio de fermentación es espontáneo y suelo sembrar a mitad de la misma, siempre con una levadura neutra que me da seguridad fermentativa. Evitas la subida de la volátil, logras vinos más limpios… Cuando encubo hecho un pelín de sulfuroso, muy poquito. Se cierra el depósito, se satura y se enfría. Si logro bajarla a siete grados, a siete. Y luego ya cuando lleva 4 o 5 días, quito el frío», relata.

Y una vez concluida la fermentación, el vino cambia de recipiente. «Crianza en barrica de roble francés de 500 litros de segundo o tercer uso», añade. Y de aquí, a botella. «La cosecha del 2021 es espectacular, la mejor que he hecho desde el 2018», explica.

  1. Diego Magaña Bodegas Anza

    Fusión entre depósitos pequeños de inoxidable y bocoyes

ANZA CDVIN 2021

ANZA CDVIN 2021
  • La diferencia en la elaboración reside en el uso de siemprellenos, siempre delicados, de 1.000 litros. Y suma la madera. 51,50€.

Diego Magaña buscaba frescura en su llegada a La Rioja Alavesa y a la Sonsierra. Entre sus proyectos no contemplaba vinificar garnachas de Cordovín, pero ahí acabó en el año 2020 tentado por Eduardo Eguren. «La verdad es que no quería elaborar garnachas porque vengo de Navarra. Eduardo fue el artífice del proyecto con la idea de potenciar la zona. No estaba muy convencido con la idea porque bastante me había complicado la vida al elaborar en Rioja y el Bierzo (donde elabora con Raúl Pérez)», admite.

Las uvas llegan hasta su bodega y allí es donde comienza la interpretación que conllevan estas garnachas de baya ovalada y racimos sueltos. «La elaboración depende del año. Hay cosechas que fermento con más raspón (si hay más rendimiento) y trabajo más la uva en bodega y otras en las que la presencia del raspón es menor. Fermento en siemprellenos de 1.000 litros. Las maceraciones dependen de la cata y de la intuición, pero no descubo sin que la fermentación haya concluido. Unos años son unos días y otros, otros días. Una vez que han acabado la fermentación pasan a bocoyes de roble francés que jamás es nuevo», detalla. Dos bocoyes, esa es su producción, 1.000 litros y 1.300 botellas. «Quiero vinos finos», destaca de un proyecto en el que busca ser «respetuoso con la parcela», de la que llega la uva.

  1. Elías López Bodegas Verum

    Hormigón, fudre de madera y, sobre todo, tinaja muy porosa

«La del 2021 fue mi primera experiencia en Rioja, por lo que no tenía un patrón que seguir». Así recuerda Elías López su bautismo en una de las denominaciones «más importantes de España, por no decir la que más». Han pasado cuatro cosechas y sigue involucrado en el proyecto CDVIN.

Ilusio Verum CDVIN 2021

Ilusio Verum CDVIN 2021
  • Sin duda alguna, la tinaja y la corta crianza, apenas seis meses, marcan el carácter de esta garnacha de ideario manchego. 55 €.

«Eduardo (Eguren) me invitó a vinificar en Rioja y comencé con la añada del 2021. Todo es igual para los cuatro hasta que la uva llega a la bodega», explica, aunque lo importante es qué pasa de puertas hacia adentro.

«En el año 2021 no tenía ninguna atadura. Partía de la idea de ser lo más respetuoso posible con la uva y buscar la mayor pureza con una garnacha con matices a fruta roja, tropical y muy fresca gracias a ese 'ph' bajo», detalla.

La gran diferencia con los otros tres vinos que nacen de Valcuerna reside en la introducción del barro en la crianza. «Elaboro una tinaja que llevé a Rioja de 1.300 litros y en un fudre de 600 litros con varios vinos, al menos cuatro, si bien la fermentación alcohólica la hace en hormigón», explica. Barro poroso, del que obtiene una microoxigenación mayor incluso que la que le proporciona el roble. Ahora bien, sus crianzas no suelen ser largas, de seis meses, al igual que las maceraciones, diez días máximo.

«Me hizo y me hace una enorme ilusión elaborar en Rioja dentro de un proyecto atractivo y del que aprendo continuamente», resume.

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