Rodrigo Fernández, con un racimo en la pasada vendimia. Justo Rodríguez
Hijos de la crisis

El hombre del trueque

Rodrigo Fernández, 'El Hombre Orquesta', renace para el mundo del vino con una nueva bodega en Labastida y doce referencias de los apenas 12.000 kilos que elabora de su pequeña 'borgoña'

Alberto Gil

Logroño

Miércoles, 27 de noviembre 2024

Rodrigo Fernández, El Hombre Orquesta, ha tocado muchos instrumentos en su vida. Rodrigo dejó en 2016 bodegas Tierra, la bodega y explotación familiar en la que trabajó muchos años, hasta el punto de arrastrar una lesión de espalda, pero aún así comenzó de nuevo y de cero: «De negativo», recuerda entre risas... «De hecho –continúa–, soy un 'mantenido' del salario de mi mujer». Es Sandra, su mujer, la que con una sonrisa aclara que «de eso nada».

Rodrigo recaló en 2016 en Briones, donde Nicolás Peñafiel le dejó una bodega para elaborar y donde recibió la ayuda desinteresada de muchos amigos: «Tengo mala cabeza, pero sí entiendo la vida, especialmente desde 2016, de otra forma: he sido mecánico, pintor, electricista, soldador y en mi furgoneta llevo herramientas por si alguien necesita algo, pero sobre todo soy viticultor».

El Hombre Orquesta 666 T

  • 666 botellas salieron de este fudre donde se crió este tempranillo de Labastida. 666 son las 'bestias' del hombre orquesta, una colección de varietales. En realidad, vinos frescos, 'chulos' y fáciles de beber. 25 €.

  • La Bodega

  • Dirección Avda. Diputación 25 bajo, Labastida

  • Teléfono 606 52 66 49

  • Web bodegaelhombreorquesta.com

  • mail elhombreorquestasl@gmail.com

Rodrigo Fernández ha cerrado el círculo y, tras aquella primera etapa en Briones, en la que nació El Hombre Orquesta, ha vuelto a Labastida a elaborar ya esta vendimia, con Mikel Mujika como socio, en un almacén que ahora acoge los pequeños depósitos, fudres y tinas en las que elabora y una barra por la que pasan vecinos y amigos: «Cómo no iba a recibir a la gente, si a muchos amigos les he pagado los favores en vino».

El Hombre Orquesta elabora unos 12.000 kilos de uva, otras tantas botellas de vino, con 11 referencias y con una más que saldrá en breve al mercado: «Hay que joder muchos vinos para aprender y yo lo he hecho», bromea. Rodrigo trabaja incluso referencias de 200 botellas, como el Banco del Tiempo, un blanco de tempranillo gris de Suso (Jesús González Teso, también viticultor en Labastida): «Es su viña y yo lo elaboro, y las 400 botellas que salen nos las repartimos a medias».

El vino es una rareza, un blanco muy atípico y con cuyo nombre el viticultor la ha vuelto a clavar: «En Galicia funciona el banco del tiempo, hay gente que presta su tiempo para ayudar a otros y luego esos otros te devuelven el tiempo. Es como una cadena de favores...», detalla. Y es que así es la vida de este viticultor, que compra uvas en Labastida y Briñas: «Es mi zona, los viñedos que trabajé durante muchos años en Tierra, porque fui yo quien comenzó a hacer vinificaciones parcelarias: lo vi en Borgoña y pensé que teníamos una pequeña borgoña». «Estos viticultores confiaron en mí ya que no sabían ni si iba a poder pagarles la uva».

Rodrigo tiene claro que «esto es circular y, si yo soy capaz de vender una botella a 50 euros, tengo la obligación de pagar al menos tres a quien me proporciona las uvas». «Respeto mucho a quienes viven de esto y Rioja no debería haberlo olvidado, pero lo ha hecho».

Se define como ciudadano de la margen izquierda del Ebro: «Las viñas no entienden de fronteras, a mí me encanta esta zona, y no veo ninguna raya ni viñas que hablen euskera y otras castellano». De sus referencias, las más conocidas son las agrupadas por la marca 666, el número de la bestia, pero también son las botellas que salen de un fudre de 500 litros : «Una amiga me diseñó la etiqueta con un macho cabrío, pero es un cabroncete simpático y sonriente», indica entre risas.

Sus vinos son divertidos y frescos, de los que cuando sale el corcho no vuelve a ponerse porque la botella se termina. Vinos con fruta y con alma: «Un vino sin alma no es vino y por eso cada etiqueta mía cuento una historia».

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