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Aunque los vinos de Alejandro Perfecto pretenden una moderna frescura en la que prevalezca la variedad y la viña, su proyecto se asemeja más a un clásico de Rioja, de larga crianza hasta que se descubre al mercado. Temerario vivió en 2023 su primera vendimia y hasta unos meses solo tenía un vino. Un rosado, por cierto. Todo un atrevimiento. Pero en la mente de Alejandro Perfecto todo se estaba conformando desde hace mucho: «Esto era algo que no existía, no había vino ni botellas, pero en mi cabeza lo había hecho muchísimas veces. Por ejemplo, ya en 2016 había registrado la marca Temerario».
El entusiasmo de Alejandro es contagioso. Habla de su pueblo, Aldeanueva de Ebro. Del modelo de viticultura de cooperativa y volumen y de ir más allá. De su amor por la viña vieja, su potencial y la necesaria rentabilidad. De la importancia de definir la identidad en sus vinos pero igualmente de mantener la mirada abierta. Habla de legado, de constancia, de precisión, de orgullo, de riesgo, de motivación, de temeridad. Pero vayamos por partes.
Monovarietal con respeto a los orígenes: de la zona, el viñedo, la añada y la propia mazuela. Fresco, muy varietal. 22 €.
La Bodega:
Teléfono 660 588 796
Email alejandro@temerariovinos.com
Temerario nace en quince hectáreas añejas entre Aldeanueva y Alfaro. «Nunca dejé arrancar a mi padre garnachas viejas o transformar algunos viñedos que tenían mucho encanto, y de eso ya hace tiempo, cuando estaba en la universidad. He sido pesado y me veía en la obligación de hacer algo con ello», explica Alejandro Perfecto. Son el preciado tesoro que atesora, la chispa de la que surge la magia.
En su ideario reivindica que desde Aldeanueva «se puede atacar cualquier nicho de mercado, existe un potencial de viñas que no se está aprovechando». Y lanza una interesante reflexión: «Uno de los problemas de Rioja es que no ha desarrollado el pago por calidad. Si hay vinos que valen cinco veces más que otros, ¿por qué no hay uvas que valgan cinco veces más que otras? Al viticultor no le compensa mantener una finca de 2.500 kilos aunque, con suerte, le paguen 80 céntimos. No hay que echar muchas cuentas para ver que no da; el viñedo no debe ser solo algo romántico, tiene que tener sentido en sí mismo, ser viable».
Su discurso es claro y consecuente en ese proyecto que empieza a andar. «Y soy consciente de que no parto de nada. Tengo viñedo, apego a la tierra, conocimiento de mi zona y las ideas claras con respecto al estilo de vinos que queríamos hacer y en los que podríamos ser buenos». Y de la vendimia al desarrollo, de Aldeanueva viaja hasta La Rioja Alta. Temerario se elabora en Briones, en la bodega de Bárbara Palacios –«nos dejó un huequito y estamos cómodos con ella, nos entendemos muy bien».
Todo su discurso debe corroborarse en los vinos: «Ahí es donde no podíamos fallar. Teníamos muy claro qué queríamos que transmitiesen». ¿Y cuál es la esencia que comparten? «Aspiramos a demostrar que en mi zona pueden hacerse vinos frescos, actuales, con la acidez marcada. Estamos en el lugar más seco y cálido, pero contamos con variedades con las que se puede trabajar ese estilo», responde.
Por el momento cuenta con cuatro referencias, «aunque el año que viene ya se verá, a ver qué nos dicen los vinos». Primero fue el rosado: «Es el que más claro tenía. Mi padre es de Peralta y me tira. Siempre hemos bebido mucho rosado, es un estilo que me flipa y está un poco maltratado. Queríamos hacerlo con fuerza, empuje y dignidad, cogiendo la garnacha más vieja e intentando alcanzar la máxima calidad posible». Poco después se le sumaron un blanco, viura, y dos tintos, de mazuela y de garnacha, «variedades muy nuestras» y que le remontan en el tiempo, a los orígenes de su terruño.
Y el cuentakilómetros sigue sumando en la comercialización, que en buena parte asume el propio Alejandro, entre catas, visitas, presentaciones y el boca a boca: «Estoy en una fase expansiva, a todo le digo que sí. La idea es darse a conocer, tenemos algo que decir. Y la gente está valorando que vaya allí a contarles mi película. En la calle me retroalimento, me vicio, me engacho, cada vez me está gustando más».
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Alfonso Torices (texto) | Madrid y Clara Privé (gráficos) | Santander
Sergio Martínez | Logroño
Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
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