Enoturismo: ¿mostrar una tradición o hacer negocio?

¿Hasta dónde debe llegar el enoturismo? ¿Qué debe primar en el turismo enológico, la experiencia, el vino, la novedad...? Son algunas de las preguntas que se han planteado en la segunda mesa redonda de Imaginext, titulada 'Enoturismo digital. El viaje del dato', en la que han participado Chelo Miñana, directora de Enoturismo y Responsable de Ecommerce en Masaveu Bodegas y Lluis Tolosa, Best Wine Publisher in the World.

Pero sin duda la pregunta más importante a la hora de abordar este debate es definir qué es la digitalización. «Todo el mundo entiende digitalización como algo diferente: redes, venta online, realidad virtual... Si pensamos en que la mayoría de las bodegas de España son pequeñas, están desbordados, hay resistencias internas... esa es la realidad. Y en cuanto a los datos, se intentan sacar conclusiones, pero a veces no es tan fácil. El cacao es tremendo», ha explicado Miñana.

Pero además de marcar qué es la digitalización y adónde se quiere llegar, Tolosa ha hablado de la importancia de marcar límites. «Es imparable y necesesario, pero ahora mismo hay muchos aceleradores y debe haber un freno. Nos estamos dando cuenta de los excesos que se han hecho en el pasado. Puedes hacer todas las experiencias sensoriales que quieras, pero al final lo que quieres es vivir la bodega». A lo que se refiere el experto es al boom que ha habido en el mundo del turismo del vino respecto a las experiencias en las bodegas, con bicicletas eléctricas, túneles sensoriales, realidad virtual... Algo que, parece, se está frenando para regresar a lo que es la esencia: enseñar el mundo del vino. «Lo de que el enoturismo sea vender entradas para ver unos depósitos es algo que solo ocurre en España. Pasamos a una segunda fase, en la que el enoturismo ya no es un sujeto pasivo. Debe ser partícipe y ahora llenamos las bodegas de bicicletas eléctricas, rincones de olores o túneles sensoriales. Pero el mundo real está ahí fuera», ha añadido Tolosa.

Miñana ha respaldado la idea: «Se llega al peligro de que las bodegas se conviertan en parques de atracciones, pero es algo que depende de la empresa, la filosofía es si el vino está por delante de lo demás o no. Hay bodegas que utilizan los eventos para tener una estrategia en el vio y cambiar el estilo o subir precios. El enoturismo debe mejorar y servir de proyección de territorio. Las bodegas son empresas, pero es una vivencia de territorio».

Lo que sí ha quedado claro es que hoy en día es imprescindible para las bodegas enfocar el desarrollo del enoturismo hacia la transformación digital. Nuevas formas de explotar el potencial turístico de las bodegas, las viñas y el mundo del vino mediante el desarrollo digital de las empresas.

Y también que la tecnología debe estar «al servicio del servicio», ha dicho Miñana: «el enoturismo necesita personas, pero llega para hacerlo más fácil. Lo que hace es ofertar varias opciones de visitas, permitir una visita más libre... Vivir la experiencia más a medida».

Ante todo ello, se ha planteado la duda de si mirar al proyectos como la wine city de Changyu, que solo para empezar las obras comenzó con un presupuesto de 800 millones de dólares y que tiene una capacidad de producción que iguala a Rioja. «Aquí el enoturismo ha nacido para hacer gala de tradiciones, allí ha nacido como un negocio. El desarrollo es completamente diferente», ha añadido la responsable de Ecommerce en Masaveu Bodegas.

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