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«Es paradójico que alguna viña que injerté de blanco a tinto hace 30 años, luego la he vuelto a reinjertar de tinto a blanco». El testimonio es del viticultor y técnico Juan Carlos Sancha y por esa misma situación ha pasado José Félix Arriezu (Arriezu Vineyards). La historia de Rioja con el blanco es de encuentros y desencuentros: ni contigo ni sin ti. En 1966 el Consejo Regulador primó, con una peseta por cepa, la plantación de vino blanco, mientras que quince años después limitó las plantaciones para este color. Muchos de la generación de este cronista habrán escuchado aquello de que «el mejor blanco es un tinto» y es que en 1992 el Consejo Regulador prohibió durante casi 15 años la plantación de uva blanca.
Con el comienzo de siglo, el consumo de estos vinos despuntaba y no fueron pocas las bodegas riojanas que desplazaron sus inversiones a otras zonas, especialmente a Rueda. «Son los problemas que generan las prohibiciones y las obligaciones: las empresas se mueven mucho más rápido», insiste el consultor Rafael del Rey (Del Rey AMW). En el 2007 el Consejo autoriza nuevas variedades de blanco y en 2009 se iban a solicitar a las administraciones competentes autorizaciones por 2.500 hectáreas de masa vegetal para aumentar la oferta, aunque la crisis dilata la ampliación a 2012: «Hubo un gran acierto, como fue autorizar las nuevas variedades minoritarias recuperadas por el fantástico trabajo de Fernando Martínez de Toda y Juan Carlos Sancha», recuerda el consultor Pepe Hidalgo (Ampeloenos), pero también «un desacierto al meter en el mismo saco a uvas foráneas sobre las que no se había experimentado y no había tradición comercial en nuestra región».
El Consejo Regulador prima la plantación de uva blanca en la región con una peseta por cepa, pero limitada a La Rioja Alta y Media
La prima a la plantación de blanco se incrementa hasta las 5 pesetas por cepa.
El Consejo decide suprimir las primas a la plantación de uva blanca
El Consejo da la 'vuelta a la tortilla' y de incentivar el blanco durante prácticamente un década comienza a informar desfavorablemente las plantaciones, replantaciones y sustituciones con variedades blancas.
En línea con lo acordado hace cinco años se limita la autorización para plantar variedades blancas hasta un máximo del 20% de la superficie de cada viticultor.
El Consejo prohíbe temporalmente la plantación de cepas blancas, aunque en 1999, ante la pérdida de material genético de uvas blancas (el 96% era ya viura), autoriza la replantación de viñedo blanco existente que fuera arrancado para garnacha blanca y malvasía de Rioja.
Se vuelve a autorizar la plantación (no sólo replantación), pero con la condición de que no sea viura.
Rioja se había quedado fuera del mercado del blanco. Así, el Consejo vuelve a autorizar nuevas variedades, minoritarias autóctonas y foráneas. Solicita además ampliar la masa vegetal específica de blanco en 2.000 hectáreas. Dicha ampliación, que iba a ser efectiva en 2009, se paraliza por la crisis y, finalmente, se pone en marcha a partir de 2012.
El Consejo apoya que las ayudas a la reestructuración de viñedo prioricen la reconversión de viñedo tinto a blanco.
AUX STEP FOR JS
En cualquier caso, Hidalgo considera que Rioja tiene ahora mismo un catálogo varietal de blancas más que interesante: «Tenemos cinco autóctonas, empezando por la viura que en su momento fue muy denostada pero tiene una actitud extraordinaria para el envejecimiento, pero es que el tempranillo blanco está funcionando muy bien, tras las primeras dudas iniciales, y creo muchísimo también en la maturana, la garnacha blanca y la malvasía, que son capaces de dar vinos diferentes, con personalidad como están demostrando varias bodegas y viticultores».
Desde luego, la revolución de blancos de Rioja está siendo extraordinaria, tanto con elaboraciones clásicas de larga guarda –que en los años 90 prácticamente desaparecieron del mercado salvo la 'irreductible' familia de López de Heredia– como en nuevas propuestas con nuevas técnicas –oxidaciones controladas, nuevos materiales...– con las que están trabajando con gran éxito nuevas generaciones de viticultores que han despertado el interés de prescriptores y consumidores en un mercado además de vinos premium. Lo que está claro es que, tanto blancos como rosados, son mercados potenciales y, de hecho, otras regiones de tintos, como Ribera del Duero, también han comenzado a apostar por los blancos con su variedad albillo mayor, más allá de rosados y claretes.
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