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Hay momentos mágicos que se viven en el club de catas de lomejordelvinoderioja.com y este jueves se produjo uno de ellos. Berta Valgañón, viticultora con bodega en Cuzcurrita, no pudo contener la emoción cuando, tras presentar sus vinos, Miguel Ángel, agricultor cerealista y su marido, tomó el micrófono para explicar cómo nació este romántico proyecto: «Mi suegro no se atrevía a decirle a ella, pero a mí me insistía repetidamente en que la desanimara, que era una locura dejar una vida laboral tranquila como la que tenía para dedicarse en exclusiva a la viticultura, para rehabilitar la bodega y para elaborar y comercializar sus propios vinos».
Miguel hizo todo lo contrario y Berta, que había decidido volver al campo ante la inminente jubilación de su padre para gestionar el viñedo familiar, elaboró su primera cosecha, unas pocas botellitas, en 2016. Previamente había rehabilitado el viejo calado de Cuzcurrita, incómodo para trabajar pero ideal para desarrollar un romántico proyecto que transita por las carreteras secundarias de Rioja porque Berta cultiva, elabora y comercializa sus propios vinos: un círculo cerrado que la viticultora culmina atendiendo visitantes, que llegan incluso de remotos rincones del mundo: «Mi idea siempre fue dar valor al vino y no al kilo de uva», explicó ayer la bodeguera.
Las imágenes de la cata de Berta ValgañónVer 29 fotos
Berta Valgañón comenzó a trabajar con una explotación de viñedo compuesta por pequeñas parcelas de viñedo centenario, de dónde salieron sus primeros Pretium. Ocho años después comercializa 17.000 botellas con una colección de vinos parcelarios y personales marcados por el clima más extremo de la región vitícola y por los suelos calcáreos de Villaseca y Cellorigo: «No es fácil vender vino de Rioja si no tienes marca, así que tenía claro que mi proyecto debía ser diferente: artesanal, pequeño, ecológico y con alma».
La viticultora comenzó con Pretium Blanco 2020, la añada que va a sacar ahora al mercado de un vino elaborado con viura (60%), malvasía (20%) y calagraño (20%) de viñas centenarias que Berta fermenta en barricas de 500 litros de roble francés: «Es un vino gastronómico, con estructura, es decir, no es un blanco al uso para consumir fresquito de aperitivo». Si algo caracteriza este Pretium es su mineralidad y salinidad, que la viticultora achaca al propio suelo de los Obarenes y a la viticultura ecológica, incluso parcialmente biodinámica: «Estas notas de cata se hicieron más patentes a medida que pasaban los años sin uso de pesticidas».
Berta Valgañón 2020 es el vino de más rotación de la bodeguera y el único que no es parcelario: «La base es tempranillo al 80/85%, con garnacha y las pocas cepas de graciano que tengo mezcladas en los viñedos». «Es un vino que lleva mi nombre porque está hecho un poco a mi gusto -añadió-, en el que quiero que esté presente la fruta, sobre todo, la frescura y la barrica muy en segundo plano». Un vino muy afrutado, con su estructura, con una cremosidad muy agradable en su paso por boca y un punto balsámico marca del piedemonte de los Obarenes.
Pretium Blanco 2018: 18 euros.
Berta Valgañón 2020: 14 euros.
Pretium Garnacha 2022: 36 euros.
Pretium Field Blend 2019: 24 euros.
Pretium Field Blend 2017: agotado.
Región I 2022: 15 euros.
Pretium Garnacha Viñedos Singular 2022 es un auténtico caramelito, de una pequeña parcela con un popurrí varietal de cepas tintas, de garnacha, y blancas del que la viticultora obtiene apenas 300 botellas: «Es la primera viña que me dejó mi padre, 'la que no quería nadie', me decía, y pensé por qué no intentarlo con una garnachita...» El resultado es espectacular: un vino directo, una explosión de fresa ácida que Berta vinifica en tinaja de barro desde su primera añada.
Pretium Field Blend 2019 tinto es la nueva añada de este vino que Berta elabora de una parcela de 120 años y, como regalo a los aficionados, la bodeguera lo presentó junto con la primera añada, la 2017, agotada pero de la que conserva unas poquitas botellas en su bodega personal. «Mis vinos, tanto blancos como tintos, necesitan su tiempo antes de salir al mercado y para mí, incluso más que la crianza en barrica, es más importante la botella, lo que pasa es que llega un momento en que hay que facturar un poco...», detalló entre risas. De la teoría a los hechos. Pretium 2019 tiene un perfil clásico determinado por la zona, no por una predominio de la madera, y su único problema es que el exuberante 2017, con dos años más en botella, lo 'empequeñece' en paralelo: aromáticamente espectacular, complejo, balsámico, salino. Un vinazo.
Y, para terminar, una última sorpresa. Región I 2022, cuyo nombre referencia la zona climática más fría y extrema determinada por el índice de Winkler y Amerine y que, dentro de Rioja, sólo se da en un pequeño triángulo de la zona más noroccidental, donde Berta tiene sus viñedos : «Tenía dudas de si la maturana tinta iba a madurar completamente en mi zona y pensé que, en cualquier caso, podría ser un buen complemento para otros vinos, pero enseguida me di cuenta de que el ciclo no era tan largo e incluso lo vendimio al tiempo que algunos tempranillos». El resultado es una maturana muy fresca, rotunda en color como todas, pero con una pepita muy madura para evitar aristas y notas verdes. Muy redondeado en boca gracias al hormigón, ya que la viticultora renuncia a la madera también para este vino: «Región I es para mí un vino divertido, diferente, que está gustando a mucha gente, aunque que es difícil identificar como Rioja», concluyó la bodeguera.
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