
Guillermo de Aranzabal
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Guillermo de Aranzabal
«Mira. Ahí empezó todo». Guillermo de Aranzabal, presidente del Grupo La Rioja Alta, señala un gran cuadro en su despacho. «Es el origen de ... todo», continúa para explicar que quienes aparecen son su bisabuelo, Segundo de Aranzabal, junto a sus cuatro hijos. Se trata de una declaración de principios de la familia alavesa, que entre otras marcas elabora Viña Ardanza o Viña Arana y que, junto a las que tiene en Ribera de Duero y Rías Baixas, factura 45 millones de euros. Con un talante sencillo y cercano reconoce que los aranceles de Trump «son muy mala noticia» porque han «parado» los pedidos de Estados Unidos, que es su primer mercado internacional. Sobre el vino alerta de un «momento crítico» en el que reconoce que la DOCa Rioja debería ser «más dinámica» y que Álava «no ha tenido el peso que debiera tener», dice en una entrevista con El Correo.
– ¿Se puede vender vino en Estados Unidos con un arancel del 20%?
– La medida es una muy mala noticia, aunque termine con esa incertidumbre en la que se llegó a especular con los aranceles del 200%. No creo que las ventas puedan aguantar una subida del 20%. Ese impacto habrá que compartirlo entre los importadores, el cliente final y nosotros.
– ¿Qué les transmiten sus agentes desde allí?
– Estados Unidos es nuestro primer mercado, tenemos oficinas en Miami y en Texas, además de un almacén en California e importadores en 44 estados. Y lo que ha pasado es que se han congelado todos los pedidos, está todo parado. Están esperando a ver qué hace Europa porque si respondemos con más aranceles, Trump volverá a subirlos allí. Hasta que eso no se resuelva, nadie va a comprar vino.
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– ¿Han adelantado envíos para salvar la entrada en vigor de las medidas?
– Sí. En cuanto Donald Trump ganó las elecciones enviamos cuatro contenedores al almacén de California. Eso, junto a las existencias que tienen nuestros importadores, nos da para cuatro meses más. Es muy poco.
– ¿Han contactado con ustedes los gobiernos autonómicos o el Consejo Regulador para afrontar la situación?
– No soy consciente de ningún contacto con la administración alavesa, vasca, ni riojana, ni con el Consejo Regulador.
– Sorprende.
– No sé si habrá algún comité esperando a que se clarifique la situación para contactar con las empresas. Pero hasta ahora no me constan contactos.
– ¿Cómo se vende un vino en Chicago?
– Trabajando muchísimo, haciendo catas con gente que lidere el mercado allí con periodistas, sumilleres, en restaurantes. Después, es clave tener una buena distribución, precios estables. Estados Unidos es un mercado con mucho recorrido en vinos de alto nivel que requiere estar muy encima porque el cliente está más abierto a cambiar, a buscar la novedad. Por eso, un posible parón por los aranceles es tan grave.
– La revista 'Drinks International' acaba de incluirles en la tercera posición del ranking de las 50 marcas de vino más admiradas. Eso ayuda.
– Es un honor tremendo. Estamos en un grupo de bodegas que son mi admiración, como Petrus. Es muy, muy importante. La imagen es determinante y se construye con estas cosas durante mucho tiempo y con las que logras acceso a clientes a los que no llegarías. En Estados Unidos, para vender, he llegado a dibujar un mapa de Europa en una servilleta para decir: aquí está París, aquí Madrid y aquí Rioja. Es muy difícil.
– ¿Nos ha dejado de gustar el vino? ¿Por qué sigue bajando el consumo en España?
– El vino se consume desde hace miles de años. Ha tenido épocas, en función de los precios, la calidad... Pero une a la gente, a las familias, tiene un componente cultural único. Siempre con moderación, por supuesto. Por eso, aunque haya un descenso, creo que los vinos de calidad no se van a ver afectados. Para nosotros, el año pasado fue el mejor que hemos tenido y este va mejor todavía.
– ¿Comparte los diagnósticos que señalan que Ribera le está recuperando terreno a Rioja?
– Si el mercado está fuerte, no tienes competencia. Si está debil, todo es competencia. Si te compras una televisión de 60 pulgadas, ese mes no vas a restaurantes, así que la televisión es también nuestra competencia. Los vinos de calidad son complementarios, los blancos no son enemigos del tinto, ni al revés. Lo que hace falta es calidad y precios razonables. No veo que el problema sea la competencia entre denominaciones.
– Respecto a la denominación Viñedos de Álava, ¿la política ha entrado como elefante en cacharrería para arreglar un problema del sector?
– No estoy seguro de si fue una cuestión creada por un movimiento político o, simplemente, que los políticos se encontraron una demanda del sector. Pero creo que el proyecto es difícil porque vender vino de Rioja sin ser de Rioja es muy complicado. Rioja es una marca, un valor. Evidentemente, Rioja Alavesa tiene elementos diferenciales y es posible que no hayan sido reconocidos en el Consejo Regulador. Es demasiado tradicional en su forma y en los plazos para afrontar los cambios. Creo que tendría que ser un poco más dinámico y que Álava no ha tenido el peso que debiera tener.
– ¿Tiene sentido seguir manteniendo la clasificación de 'crianza', 'reserva' y 'gran reserva' cuando el mercado pide más diferenciación?
– Hay que avanzar. En el año 87 esa clasificación era un mantra. Ahora, por ejemplo, nuestros vinos de Torre de Oña, los de Ribera y los de Galicia son genéricos. Y luego están los vinos de pago, de finca, de paraje... Y cosas no que no existían. Y vendrán más en el futuro. Hay que adaptarse a esos cambios, el Consejo Regulador debería hacerlo. Nosotros hemos lanzado un proyecto de viñedos artesanales. Son muchas pequeñas parcelas seleccionadas en Rioja Alavesa que suman 65 hectáreas con viñas de por lo menos 50 años. Tienen su variedades mezcladas en la propia finca y dan unas uvas maravillosas.
– ¿Es posible elaborar mucho vino y hacerlo con calidad?
– Esa dicotomía entre calidad y cantidad yo no la tengo clara. Los grandes dicen que sí. Y los pequeños, que es imposible. Pero hay miles de ejemplos que demuestran lo contrario. Dom Perignon hace 6 u 8 millones de botellas y lo vende a precios altísimos y con una calidad tremenda. No hay esa relación directa. Eso sí, si haces mucha cantidad, tienes que tener una historia, una filosofía empresarial concreta. Pero sí, se pueden hacer altas cantidades de vino de mucha calidad.
– ¿Es más difícil gestionar la bodega ahora que hace 30 años?
– Muchísimo más difícil ahora. Yo entré hace 38 años y había poquísimas bodegas, ahora hay cientos. La legislación es mucho más complicada, como la distribución. Hay que ser mucho más empresario.
– ¿Cuánto le preocupa el cambio climático?
– Está modificando absolutamente el cultivo y el vino, por debajo de 14 grados ya casi no hay nada. Estamos plantando una finca a 800 metros de altura, de las más altas de Rioja Alavesa para ver si conseguimos vinos más equilibrados. Pero está pasando en Galicia, en Ribera, en todos los sitios.
– ¿Cómo es la búsqueda de personal y el relevo generacional en el viñedo?
– Es un problema muy grande. La falta de gente lo es en todas las cuestiones. Por ejemplo, para enoturismo, es muy difícil encontrar a gente que sepa inglés y quiera vivir aquí, prefieren una ciudad. Y en el viñedo hay un problema de sucesión absoluto. Es un cultivo plurianual, plantas la vid y tienes para 50 años. En el cereal puedes cambiar cada año. Y llevamos muchas temporadas de precios muy bajos, no se puede aguantar. La uva debería valer más.
– ¿Arrancar viñas es una solución?
– Arrancar viñas malas, sí. Arrancar viñas buenas, no. Habrá que ver cómo sale eso al final, pero hay muchas viñas malas en Rioja que no aportan mucho, solo kilos de baja calidad. Esas habría que arrancarlas e intentar que la uva buena sea rentable y que la mala no esté en el mercado.
– ¿La llegada de grandes marcas o capital internacional es un problema para el arraigo de las bodegas?
– Depende con qué mentalidad vengan. Ha venido Vega Sicilia y creo que eso es una gran noticia. Si llegan otras que lo que quieren hacer es millones de botellas a tres euros, será un problema.
– Dicen que una bodega no es buen negocio y que cuesta atraer inversión, ¿nos lleva a un punto crítico sobre el modelo?
– Puede ser. Pero es que la bodega no da dinero, nunca. Ningún accionista ha vivido de los dividendos de la nuestra. Es cierto también que es un negocio que no lo ha pedido, pero no ha dado dinero. Lo que hace es generar mucho cariño, son tus marcas, tu historia, tu familia. Por eso hay tantas familiares y centenarias. Pero en Rioja y en todo el mundo, en Burdeos, en Napa hay muchas en venta.
La familia empresaria es un sello de los De Aranzabal, que acaban de alumbrar la séptima generación. Ese carácter es el que reivindica el presidente del Grupo La Rioja Alta para defender estas compañías porque «somos cooperativa, autónomos y emprendedores». Justo los atributos que gozan de un prestigio, señala, que se quita al empresario. Una figura que reivindica como un perfil «dedicado, vocacional en la mayoría de los casos de Euskadi» y que encuentra dificultades para un relevo generacional en unos hijos a los que «es difícil motivar si tienen que meter todas las horas que meto, con los problemas que tengo y con una rentabilidad económica y psicológica baja». Reivindica la labor de quienes «generan empleo y una aportación social durante decenas de años».
Guillermo de Aranzabal percibe, eso sí, un discurso más amable hacia la empresa en el Gobierno vasco. Lo ve en las intervenciones del lehendakari, Imanol Pradales, y del consejero de Industria, Mikel Jauregi, «pero no en las de algún presidente saliente de algún partido». ¿Se refiere a Andoni Ortuzar? «Sí», corrobora. Sobre la reforma fiscal, cree que se ha quedado corta señalando «algunos problemas para el empresario, como la obligación de pagar en el Impuesto de Patrimonio por las reservas de beneficios que se guardan en la empresa».
El espíritu de compromiso se traslada a la bodega con 'Viña Ardanza solidario', que desarrolla proyectos en países como Benín, Burkina Faso o Perú. En total se han destinado dos millones de euros para programas agrícolas, que buscan impulsar explotaciones que luego sean autosuficientes.
Una filosofía que resume en un mensaje, que es el que diría a su nieta. «¿Te has esforzado? ¿Lo has pasado bien? Porque esas dos son las cosas más importantes en la vida».
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