«Cierra bien la puerta de ese garaje, atráncala también por detrás no vaya ser que...». Tres días después, y con un fin de semana de por medio, en la calle Manresa y sus alrededores no se habla de otra cosa. Directa o indirectamente. «¿Que qué me parece lo que ocurrió el viernes? ... Pues que a la gente de este barrio habría que hacerles un monumento», repregunta una vecina para responder al periodista cuando, a media mañana, saca el coche y se encuentra con un vecino junto al callejón donde sucedió todo.
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Yagüe presume estos días de «orgullo de barrio»; de su gente para ser precisos. Y lo hace de forma callada, sin darse la mayor importancia ni, mucho menos, buscarse una publicidad que no han pretendido. Que nadie quiera dar su nombre y no haya trascendido imagen alguna, pese a haberlas, da una idea. «El barrio», «fue todo el barrio», «gracias a los vecinos y vecinas del barrio», son las respuestas que recuerdan inevitablemente y salvando las distancias al todos a una de Fuenteovejuna.
«Somos gente trabajadora, solidarios los unos con los otros, y según nos fuimos enterando caló el mensaje de que esto nos podía pasar a cualquiera»; «se decidió entre todos y allí que nos fuimos, con nuestras sillas, nuestras bolsas de pipas, abuelos, niños, familias enteras... y a esperar», relatan en un bar a unos metros de los hechos, donde la presión social del barrio hizo que quienes habían ocupado ilegalmente dos viviendas, en los números 26 y 28, se viesen obligados a abandonar las mismas ante el clamor popular.
«Ocupas, que no okupas», precisan algunas fuentes convenientemente. La «noche de tensión en Yagüe por la ocupación de dos viviendas» de la que se hizo eco Diario LA RIOJA el pasado viernes fueron tres horas donde alrededor de un centenar de vecinos y vecinas se apostaron frente al callejón que da acceso a los citados 26 y 28 de la calle Manresa para decirle a los 'moradores' de ambas casas bajas que tales viviendas no eran suyas. «Se les invitó a salir», reconocen participantes en la acción.
El caso es que los propios ocupas fueron los que llamaron a la Policía, y allí que se desplegó un notable dispositivo tanto de la Nacional como de la Local. Según las versiones, nadie sabe determinar ni el número de agentes, como tampoco el de vecinos ni el de ocupas. Según la Jefatura Superior hubo «cuatro identificados», eso sí, todos mayores de edad (aunque una madre fue a recoger a su hija, la única chica, y el resto se marcharon en taxi con sus pertenencias), si bien hay quien eleva la cifra de jóvenes a cinco y hasta a seis.
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La propiedad de ambas viviendas, que no ha querido hacer declaración alguna, había adquirido los inmuebles y estaba a punto de iniciar su reforma. «El pobre no sabe cómo darnos las gracias», explican fuentes de la propia asociación vecinal, al tanto de la improvisada movilización apenas una semana después de la ocupación. Desde entonces el sentimiento creciente había sido que «aquí no queremos a nadie que venga a traernos problemas».
«Saltaron desde una de las viviendas aledañas y, entrando por el huerto de la parte de atrás, accedieron primero a una casa, luego a la otra (están anexas), y cambiaron las cerraduras convirtiéndolo en su supuesto domicilio», cuentan. «Tales hechos estaban denunciados, pero ya se sabe que esta justicia nuestra puede tardar entre un año o año y medio en devolver al propietario la que es su casa», añaden otros. Y por ello, coinciden todos, «el barrio se unió». Yagüe, como ha pasado otras veces, salió a la calle.
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Tal unión quedó clara viendo al vecindario flanqueando la salida de los jóvenes, acompañados por las fuerzas y cuerpos de seguridad para evitar que los ánimos no se caldeasen más de la cuenta. No sucedió y no hubo que lamentar incidentes. Ni denuncias ni detenciones, en principio. «Todo salió bien», resumen los participantes precisando que «si no llegan a irse por su propio pie» (al parecer solo había dos jóvenes dentro en el momento de la concentración, el resto estaban fuera y se personaron en el lugar pidiendo acceder a 'su casa', donde tenían sus enseres), seguimos apostados frente al inmueble».
La noche, que empezó a las 19.30 y concluyó pasadas las 22.30 horas, acabó con el propietario recuperando su finca. Y con el mensaje que alguien se acercó a espetarles a los últimos de los ocupas en marcharse, un «os habéis equivocado de barrio». Y es que, como recuerdan, «Yagüe somos todos».
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