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Avenida de Navarra, hacia los años 50, con un autobús de La Estellesa a la derecha. :: l.r.
Por la vieja avenida de Navarra

Por la vieja avenida de Navarra

EDUARDO GÓMEZ

Domingo, 28 de octubre 2018, 01:05

La avenida de Navarra logroñesa no deja de impresionar por su generoso trazado, pese a surgir cuando no era espacio apetecible para el comercio de la ciudad. Se ha puesto de actualidad al haberse consumado la eliminación del cuartel de la Policía Armada, inaugurado en vísperas de San Mateo de 1943, que parecía como si fuera un tapón para los intereses urbanísticos de la ciudad. Su actual nombre sustituyó en 1937 al de Pi y Margall. Hubo un proyecto de reformarla que realizó el afamado arquitecto portugués Álvaro Siza, que a priori fue muy celebrado, pero quedó en proyecto.

De la vieja calle se mantiene el edificio de la esquina con el muro Cervantes, que se construyó en 1906, donde se mantiene el centenario Bar Gurugú, uno de cuyos descendientes, el amigo Demetrio, acaba de jubilarse después de 52 años de atender a su variopinta clientela. En los bajos del edificio que dan al muro se recuerda la existencia de la guarnicionería de Alútiz, así como la panadería que había en la esquina, que en 1947 se transformó en una relojería para Práxedes Murillo, que también era empleado del Ayuntamiento. Frente al Gurugú se recuerda la casita que hacía esquina con la calle Yerros, donde vivían los hermanos Cabrera, recordados transportistas con carros tirados por caballerías, así como Rivacoba, un conocido taxista con parada en el Espolón. A continuación estaba, y ahí sigue, la casa regentada por el obispado, en cuyos bajos guardaban la vistosa carroza que desfilaba cada año en la procesión que se celebraba el día del Corpus. Manteniendo el itinerario nos encontramos hoy con el incomprensible proyecto de un edificio construido en la esquina con la calle Hornos que encaja en la urbanización de la avenida como a un Santo Cristo dos pistolas.

En la vieja avenida de Navarra seguía una vaquería donde oficiaba el popular 'Pinfo', así como el cine Avenida de la familia Ortega, ocupando el espacio donde antes estuvo un almacén de productos para el campo, una carretería y el edificio que se mantiene obsoleto en la esquina con la calle San Roque, que se hizo en 1932 y donde se emplazaba el Dispensario Infantil que dirigió el doctor José Fernández, por cuyas instalaciones pasó revista en los años 40 toda la chiquillería de las escuelas municipales. A quienes le detectaban algún anomalía la recomendación era «reposo y sobrealimentación». ¡Esto último en aquellos años...! El edificio pasó a Instituto General de Sanidad, por donde obligaban a pasar revista a las profesionales del sexo.

Llegando a final de la avenida se encontraba la renombrada fábrica de pastillas 'El Avión', que dejó paso a la fábrica de muebles creada por los hermanos Fernández. Enfrente, saltando la amplia calzada, se encontraban la panadería Viena-España y una fábrica de muebles que ponía final a la avenida. Otros recuerdos se agolpan como el de la carpintería Zapata, donde popularizaron una mesita plegable que patentaron, idónea para servicio de enfermos encamados. Le dio gran animación a la calle Hogar Ciclos, con su tienda y reparación de bicicletas cuyo empleado, el popular Félix 'Ninchi' (chinin al revés pues era muy corto de estatura), que fue ciclista profesional. El negocio de la mano de Calleja fue creciendo hasta agregar una tienda de motos. También en la misma calle, aunque no suele aparecer en su biografía, en una de las casas finales de los pares vivió Rafael Azcona, brillante figura del cinematógrafo.

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