Viaje a las entrañas de Logroño

La propuesta arrancó en julio y se ofrece los sábados a las 18 horas, en grupos de entre dos y veinte personas, con una duración de dos horas y un precio de 20 euros por persona. Según informa Marta Pérez, responsable de las visitas a cargo de la empresa de Turismo Fabres, el objetivo reside en que sea «lo más personalizada y de calidad posible, para que quien venga sienta que ha pagado poco para lo que ha recibido». Además, si el grupo es de mínimo seis integrantes, se ofrece la posibilidad de reservar otros días de la semana y en más horarios, fruto de la «buena acogida» que está teniendo la experiencia, según señala Pérez, quien augura una «muy buena» previsión para este mes, pese a que en otoño el turismo comienza a decaer.

La ruta comienza en el Calado de Ruavieja, esquina con la calle Mercaderes, un espacio que ha sido totalmente restaurado. Allí, los participantes pueden conocer 'in situ' un calado del siglo XVI, uno de los más antiguos de la capital riojana. En este punto se explica a los asistentes (entre otras curiosidades) cómo se elaboraba el vino hace 500 años y cómo eran las antiguas bodegas que estaban dentro de la ciudad.

A continuación, se muestran unos dibujos del artista riojano Taquio Uzqueda, que posee uno de los mejores registros documentales del Camino de Santiago a su paso por Logroño. Dichos cuadros son los hitos que marcan el camino de la ruta, por lo que se les pide a los visitantes que los fotografíen para que, a lo largo del trayecto, puedan compararlos con el aspecto actual. «Nos gusta que puedan ver cómo están hoy en día los edificios, cómo han cambiado y evolucionado y cómo se han restaurado. Nuestro recorrido va a estar englobado por el Camino de Santiago, pero vamos a ir viendo pequeños elementos de la historia más popular de Logroño», informa Marta Pérez.

El resto de paradas lo forman el Puente de Piedra, la ermita de San Gregorio, la Reja Dorada, la Casa-Palacio de la Virgen, la fuente de Santiago y la Puerta del Camino en el Revelllín, para terminar (como no podía ser de otra manera) en el segundo calado, situado en la calle Mayor. Y es que los calados en Logroño, además de ser lugares de producción vinícola, también fueron determinantes para la historia logroñesa, sobre todo cuando las tropas francesas intentaron ocupar la ciudad. En este espacio, los participantes pueden disfrutar de una cata maridada bajo tierra, en un calado un poco más moderno que el anterior, en el que ven las diferencias que hay, sobre todo constructivas, respecto a los primeros visitados. Todo un descubrimiento no sólo para los turistas que participan en el recorrido, sino también para muchos logroñeses que desconocen algunos de los secretos que guardan las entrañas de su ciudad.

Esta propuesta cultural y turística, como detalla Pérez, surgió de la falta que había en la ciudad de unir los dos tipos de turismo: el cultural e histórico (que afecta a la zona más olvidada de Logroño, como es la calle Ruavieja y Barriocepo) y el gastronómico y vinícola. « Tenemos guías fantásticos, gente muy preparada y visitas maravillosas por la ciudad de Logroño, pero nos faltaba unir esos dos mundos que siempre han estado relacionados. De esta forma, generas una experiencia totalmente distinta pero muy satisfactoria», subraya Pérez.

Uno de los asistentes que participó en la visita que hizo Diario LA RIOJA, el vitoriano Gonzalo Mugaburu, se felicitaba por la experiencia: «La historia que nos cuentan marida muy bien con los productos del lugar». También Soledad Marcos, igualmente llegada desde Vitoria, se mostraba muy satisfecha: recuerda que, aunque había estado muchas veces en Logroño, desconocía esta parte tan interesante de su historia: «Me ha aportado el descubrir los hitos más importantes de su historia y el origen de la ciudad».