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Para los vecinos del edificio Arcoíris el presente es negro, muy negro. Negro de hollín, pero también negras esperanzas de encontrar una solución a sus problemas. Desde que el pasado viernes un incendio que aún se investiga calcinase cuatro coches y dañase a más ... de medio centenar, sus vidas han dado un vuelco drástico.
Este martes, las grúas, como llevan haciendo varios días, se afanaban por sacar los últimos vehículos del estacionamiento. Ya solo quedan los amasijos de los más destrozados. Y los vecinos, en la puerta, esperaban a los técnicos y trabajadores que deben evaluar el estado de los suministros del edificio.
Porque el viernes, además de sin coches algunos de ellos, todos se quedaron sin luz ni agua. El fuego y las elevadísimas temperaturas alcanzadas fundieron el PVC de las tuberías y del cableado. «No tenemos agua corriente ni desagües», explica un vecino de este edifico de Cascajos. La electricidad ya la han recuperado, pero el resto de servicios básicos parece que tardarán al menos semanas en volver a ser operativos.
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«Los tubos del garaje están destrozados, pero hay que picar para saber cómo se encuentra el resto de la instalación», añade. Los más afectados son los vecinos del número 7 de la calle Estambrera, aunque los del 9 también van a tener que esperar para volver a vivir como antes de ese 3 de marzo.
De momento, cada uno ha tomado la decisión que ha querido. Unos han optado por ir a casa de familiares; otros, a hoteles; y otros tantos, por permanecer en casa y emplear un cubo como improvisado baño. «Nos sentimos un poco abandonados», dneuncia otro habitante del edificio Arcoíris. «Enfrente, por ejemplo, tenemos el polideportivo del colegio Gonzalo de Berceo y lo podrían habilitar, durante el día, para que nos duchemos o utilicemos los baños», incide.
El lunes por la tarde los vecinos de las cerca de 60 viviendas del edificio se reunieron con la administración de fincas. Pero las dudas siguen. También con los seguros. «De momento, no nos dan respuesta, están evaluando todo y nos toca pagar. Los bomberos ya nos advirtieron el día del incendio que esto iba a ir para largo», recuerda.
Para los bomberos tienen los vecinos palabras de agradecimiento. «Se portaron como jabatos. Entraban y, a los pocos minutos, salían agotados porque el humo era densísimo y el calor enorme», dice este vecino.
El espectáculo, cuatro días después, continúa siendo dantesco: parte del techo desprendido, los tubos de aireación caídos, trozos de plástico y PVC derretidos en formas imposibles, restos de agua por el suelo y un intenso negro tiznando todo el garaje.
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