Las torres gemelas de La Redonda ya se alzan seguras
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La concatedral finaliza la colocación de las mallas protectoras para evitar desprendimientos de los campanarios barrocos como pasó hace un añoSe han demorado en el tiempo más de lo previsto, pero a punto de cumplirse un año del incidente que obligó a acometerlos, ya se han completado los trabajos. Las torres gemelas de La Redonda, ahora sí, se alzan seguras. Y ello después de concluir las labores de colocación de las mallas protectoras a fin de evitar nuevos desprendimientos en los campanarios barrocos como pasó en marzo de 2021.
Las miradas volvieron a centrarse en los trabajos en altura que estos pasados días se ejecutaron en la torre sur de la misma manera que lo hicieron a finales de agosto en la norte, dotando de garantías al conjunto que flanquea la portada principal de la concatedral. La red de seguridad, de hecho, puede verse justo debajo de las campanas, donde se concentran buena parte de los adornos que registraron la caída de piedra arenisca –cayeron pequeños fragmentos a la vía pública sin causar daños personales, aunque obligando a intervenir a los Bomberos y a la puesta en marcha de una actuación posterior para prevenir episodios más graves–.
Así lo confirma a Diario LA RIOJA el propio deán de La Redonda, Federico Nalda, quien ve con alivio el fin de unas obras que, si ya de por sí tardaron en empezar, no han sido mucho más rápidas en terminar. «No dio tiempo de comenzar con la sur a continuación de la norte por la proximidad de las fiestas de San Mateo, pero afortunadamente se ha hecho ahora y podemos decir que ya está listo», confiesa.
Y ello sin olvidar que hasta varios meses después de registrado el incidente en cuestión –de marzo a agosto, para ser precisos–, la plaza del Mercado lució un vallado de seguridad a pie de monumento mientras se tramitaban las obras. Unos metros de plaza acordonados y que, a la espera de las mismas, vieron incluso crecer la vegetación entre las piedras ofreciendo una imagen poco o nada turística.
Las denominadas torres gemelas no son tales aunque a simple vista lo parezcan, pues no poseen la misma altura. Así, mientras la de San Pedro –la norte– se eleva 56 metros sobre la plaza, junto a la calle Caballerías, la de San Pablo –la sur– supera los 58,15, alineada con Portales. Fueron iniciadas por Juan Bautista de Arbaiza y concluidas a su muerte por Martín de Beratúa y Francisco Gorbea en pleno siglo XVIII.
«Nada hay en nuestro solar ciudadano que en típico logroñesismo pueda competir con las esbeltas torres de la Colegiata. Su perfecta simetría ha caracterizado durante doscientos años la fisonomía de la ciudad», escribía en Diario LA RIOJA (entonces Nueva Rioja) el canónigo de La Redonda José Zamora Mendoza en 1965, tal y como recordaba Marcelino Izquierdo en sus 'Historias Riojanas' hace ya una década.
Finalizados los trabajos, se da la circunstancia de que mientras la malla colocada en la torre de San Pedro se aprecia más fácilmente, la empleada en la de San Pablo tiene una tonalidad que se disimula y camufla algo más con la piedra que protege. Y, de la misma forma, cabe recordar que el pasado noviembre las lluvias provocaron el desprendimiento de parte de la mampostería, aunque no de las torres en sí.
Fue en septiembre de 2019 cuando la grúa de una obra vecina derribó por accidente un pináculo de la concatedral, que cayó sobre parte de la cubierta y desprendió unos cascotes que hirieron a una niña que se encontraba en el interior del templo. Un pináculo de la calle Caballerías que, desde entonces, falta del conjunto y que ahora, finalizadas las tareas llevadas a cabo en las torres, se quiere recomponer. El deán de La Redonda, Federico Nalda, así se lo confirma a este periódico, repitiendo la idea de que en el monumento religioso «siempre hay algo que hacer». De hecho, el siniestro en la girola –pendiente de solución– se solapó prácticamente con el inicio de las obras de restauración de la capilla de los Ángeles, que desde marzo del año pasado luce en todo su esplendor.
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