«Reparamos desde una Vespino hasta una Harley»

El motivo para trasladarse de la calle Norte a Rey Pastor fue la expropiación para las obras de rehabilitación del Cubo del Revellín, pues se encontraban junto al antiguo frontón y el Cinema. Eso propició que se convirtieran en un taller de barrio, una referencia de la mecánica de las motocicletas en Logroño, de los que quedan pocos, como Vidal y Hogar Ciclos.

«Talleres como el nuestro, tan antiguo y familiar, apenas quedan en Logroño. Somos tienda y taller de reparación de todo tipo de motos», explica Javier Gil (hijo) mientras trabaja en una antigua Vespa roja. En paralelo repara una señorial BMW, como un trofeo se exhibe una Bultaco y hay alguna Vespino a la entrada de la tienda. «Aquí reparamos desde una Vespino hasta una Harley Davidson», presume el mecánico mientras introduce la mano en los entresijos de una motocicleta.

El taller es lo más significativo de Motos Javi. Las paredes están llenas de herramientas, destornilladores y llaves de todo tipo, un muestrario solo interrumpido por carteles que informan de que se exige el pago antes de la retirada de los vehículos. «El grueso del negocio es el taller, aunque alguna moto se vende. También algo de segunda mano, que aunque la gente suele buscar, sobre todo de 125, pero no hay mucho mercado», explica Javier Gil.

Los clientes acuden al taller para procurar un correcto mantenimiento de sus motos. «En cuanto a averías, hacemos de todo, desde fallos de corriente, problemas con el motor, cambiar una bujía, cambiar el carburador...», describe el hijo.

También ocurre que les traen Vespinos, Vespas, Lambrettas y Montesas que, después de años sin usar, los clientes desean volver a poner en marcha y solicitan su resurrección. «En Logroño, el que tiene que andar por la ciudad, cada vez se usa más la moto. Mucha gente se ha comprado moto, si no tenía, para circular, dejando el coche por tema de gasolina, aparcamiento y poder llegar antes a los sitios, porque estacionas casi donde quieras», señala Javier Gil.

Eso repercute en que el negocio se mantenga ya no solo con clientela habitual, también con nuevos. «La mayoría son habituales, aunque siempre viene alguien nuevo o uno que está de paso y te toca. Hay de todo», expone Javier. Y siempre intentan procurar un arreglo rápido. «Lo normal es que sea rápido, pero hay veces en que hay que esperar dos o tres días, si no una semana, a que llegue la pieza que se ha tenido que pedir. Son los problemas de los repuestos», advierte Javier.