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Las bondades pesan más en la balanza, porque, sí, somos hospitalarios, cercanos, es una ciudad segura, se come muy bien... Aunque no hay que confiarse, también hay quejas. ¿Qué se encuentran los turistas cuando llegan a Logroño? Un grupo de visitantes se someten a un ... cuestionario de Diario LA RIOJA para conocer de cerca qué imagen tienen de nosotros. Los 116.519 visitantes que han venido a Logroño en lo que llevamos de año han encontrado una ciudad que ha duplicado su oferta hotelera, sobre todo en apartamentos turísticos. Su visión viene determinada por una estancia corta, de apenas dos días, y una idea idealizada de Logroño como ciudad gastronómica y del vino..., aunque también ponen en valor la cultura.
No es que Estados Unidos tenga una historia corta, pero Christian Muñoz, arquitecto en Los Ángeles, asegura que allí es todo nuevo, «lo más viejo no tiene más de cien años», así que no deja de alabar «el poso histórico» que destila Logroño». «Se ve bonito, recogido con sus calles pequeñas. La abadía (señala La Redonda) es parte de esa historia que nosotros solo vemos en los libros». Eso sí, creen que los carteles turísticos no están adaptados para los extranjeros. La Laurel es su primera parada antes de visitar Bodegas Franco Españolas: «Es la primera vez que visito el norte de España, he llegado por casualidad», afirma este admirador de Frank Gehry, que incluye en su recorrido una visita a las bodegas de Marqués de Riscal: «es una suerte para Logroño que estéis tan cerca», comenta mientras saborea un Rioja junto a su compañera, una neoyorquina para quien la vida nocturna de Logroño es suficientemente divertida y vibrante, «nada que envidiar a Nueva York». Por lo menos estos días...
Celia Cardero, presidenta de la Asociación Profesional de Guías e Informadores Turísticos de La Rioja, afirma que a los turistas le gusta pasar por Logroño, aunque recalca que faltan paradas para los autobuses turísticos -«se les recoge en Murrieta y es peligroso»- y una apuesta por mejorar los carteles informativos en otros idiomas. «Ya no me refiero solo al inglés, cada vez vienen más alemanes, franceses y, sobre todo, italianos, y no hay traductores que les puedan atender. A veces tenemos problemas hasta nosotros». Hoy en día, señala, hay recursos suficientes, como los códigos 'QR', que ofrecen traducciones muy cómodas. A su juicio, la ciudad adolece, además, de elementos más modernos como el fallido CCR.
Aunque, sin duda, nuestro valor en alza es la gastronomía, no siempre lo es todo. El matrimonio Kerri-Ann y Chris Kelly llegaron a Roma desde Australia para alcanzar luego Barcelona en barco y, más tarde Logroño, en tren («la ciudad está bien comunicada», atraídos por la cultura de la ciudad. Logroño es una ciudad para volver y ellos lo han hecho cinco años después de que la visitaran como peregrinos. Les gusta Logroño tal cual, no consideran que como españoles se grite mucho y no es ciudad de políglotas, pero no les importa mucho. Por el contrario, echan en falta visitas guiadas en inglés. En la Oficina de Turismo de La Rioja no se ofertan.
Acostumbrados a las altas temperaturas en Valencia, para Amparo y Vicente el calor de aquí no es ningún problema. En Logroño han descubierto una ciudad «llena de gente simpática» y con la que mantienen, sin saberlo, una vinculación especial. Y es que su hijo se llama Mateo. «¿Es el patrono? No lo sabíamos». Cuentan que lo que más le gusta de la ciudad es lo limpia que está -«hay papeleras por todos los sitios»-, pero no todo son flores: «Había perros sueltos en el parque, junto al Ebro, y nos hemos vuelto».
La familia Castro Moliner ha llegado a la ciudad en coche después de un viaje «muy cómodo» por la autopista. Se han encontrado en Logroño con una ciudad que no se la esperaban. Querían pasar una noche antes de llegar a Asturias y «sinceramente nos ha sorprendido. Venimos de Barcelona y nos sentimos muy cómodos y seguros». Tras pasar por la Oficina de Turismo, los encontramos en El Espolón, todo un descubrimiento para Joel, el benjamín, que no puede dejar de curiosear la estatua del Espartero. «Me ha llamado la atención», dice. El precio es una ventaja en el caso de las amigas donostiarras Ramoni, Olga y Lourdes, acostumbradas a «otros precios en San Sebastián». Otros turistas, como Yolanda Fuentes, de Alcalá de Henares, asidua por la participación de su hijo en un campus de Baloncesto, afirma que «Logroño lo tiene todo: a mí me gusta la noche, me encanta... y a mi marido correr junto al Ebro». Pero no todo son alabanzas. Jesús Fuertes, de León, se muestra especialmente molesto por los problemas para conectarse al wifi público, y para él «sería deseable un Casco Antiguo más peatonalizado para disfrutarlo con más calma».
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