¡Vivaespaña!, con acento en la pe
SAN MATEO CASI A LOS 60 ·
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SAN MATEO CASI A LOS 60 ·
La mejor faena de Pablo Hermoso la ligó ayer y no en la plaza de La Ribera. Cuando se asomó al sobrio espacio que proyectó Moneo bajo las ventanas del Ayuntamiento, a sus pies la marabunta rugía. Pero no con un rugir de compromiso. Aquello ... era un arggggggg nada institucional, una explosión sincera, como la que provocó el gol de Pita a Osasuna en Las Gaunas en el ascenso del 84, como el rugido estereofónico de una manada de leones antes de almorzarse media docena de cristianos en la arena del anfiteatro de Roma.
Pelillos como escarpias los de un servidor, que entretenía el tiempo comentando las vísperas con la mejor pareja de heladeros que se ha conocido en este hemisferio. Más allá del detalle, nada menor, del inaudito apetito festivo de la plebe, en el vestíbulo del primer piso de la casa consistorial el ambiente se dibujaba casi como hace un par de décadas. Sin peñistas a la vista, pero así así. O tal le pareció al que firma estas letras, que volvía al escenario de la batalla dos décadas después por verificar la lampedusiana teoría de cómo todo cambia para que todo siga igual. Y, en efecto, aunque 20 años son una barbaridad así digan lo contrario Carlos Gardel, Agamenón o su porquero, casi todo evocaba la misma caspa y el mismo Chanel, según se mire, de cuando empezaba el siglo. Solo que entonces, Julio Revuelta oficiaba de sumo munícipe para darle candela a la mecha, había pinchos y canapés para regocijo del gorronerío y en la plaza se rebozaba el personal con dos partes de harina, una de huevo y vino a discreción. Una guarrería digna de las mejores cochiqueras a la que puso fin de raíz otro alcalde, Tomás Santos, que como el predicho Revuelta se entretenía ayer, se entretuvieron ambos solícitos al abrazo de las visitas. Gente toda de muy buena educación, faltaría más, que en España –parafraseando a Rubalcaba–, elogiamos muy bien (a los ex).
Con todo, la estrella del convite fue el primer edil vigente. Hermoso, con voz rota aliñó con un inopinado «¡vivaespaña!» (con acento en la pe), su breve discurso precohete. «¡Viva Logroño! y ¡vivaespaña!, voceó. Y el ¡vivalarioja! ¿qué de qué?, alcalde, le habría de haber dicho la presidenta Andreu de haber estado por allí. Mas estar no estaba, aunque su ausencia fue la presencia más notable de esta primera juerga de feria.
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