Una feria que obliga a la reflexión
Toros en San Mateo ·
El ciclo taurino finaliza con un pobre resultado artístico pese a las quince orejas cortadas y las tres puertas grandes conseguidasSecciones
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Toros en San Mateo ·
El ciclo taurino finaliza con un pobre resultado artístico pese a las quince orejas cortadas y las tres puertas grandes conseguidasLa empresa gestora de la plaza de toros de La Ribera (BMF Toros) se enfrentaba este San Mateo al reto de motivar al aficionado para que regresara al coso logroñés tras los complicados meses de pandemia. La capital riojana no dejó de dar toros en los meses duros pero sí que el público estuvo condicionado por estrictas restricciones, y eso marcó la asistencia. Ahora, era el regreso de la normalidad.
La primera de las tardes coincidió con el lanzamiento del cohete y no se superó el cuarto de entrada para ver a Guillermo Hermoso de Mendoza, Alejandro Talavante y Cayetano. Asistir a La Ribera en esta primera tarde era como aislarte de donde en realidad se encontraba el eje de la fiesta. Pesaba más el jolgorio del centro que una tarde de toros, que una vez concluida, dejó el primero de los vacíos. Los toros de El Capea apenas permitieron al rejoneador navarro torear con la precisión con la que en otras ocasiones se le ha visto en esta plaza. Una oreja pudo cortarle a su segundo pero falló con el rejón. Talavante dejó lo mejor en una tarde de poco argumento. Fue con un toro de Loreto Charro que remendó la corrida de Domingo Hernández (fueron dos los remiendos). A este ejemplar lo toreó despacio y con ligazón pero sin demasiado ciñe. Cortó una oreja al igual que Cayetano, el cual solo dejó algunos destellos de arrebato en una faena liviana. En líneas generales, los toros carecieron de fondo y fuerza, si que destacó uno de Loreto Charro.
Para la segunda jornada, se anunció a Hermoso de Mendoza padre junto a Diego Urdiales y Manzanares. Pablo se marchó a hombros pero no con la rotundidad de otras citas. Cortó dos orejas a su primero, que en esta ocasión fue de Carmen Lorenzo y el cuál sacó más brío y chispa. El jinete demostró nuevamente su dominio con los toros. Otras tres orejas se repartieron Diego y Manzanares. Una Urdiales le cortó a su primero tras una primera faena que tuvo ligazón pero a la que le faltó rotundidad por la escasa fuerza del toro de Juan Pedro Domecq; y una a cada toro le cortó Josemari, con dos faenas que carecieron de hondura pero que sí que tuvieron continuidad. Los Juanpedros, sin llegar a romper, fueron las reses más manejables de la feria de San Mateo.
Con una jornada de parón se retomó el serial el martes, con un cartel de pobre contenido incluso antes de comenzar el festejo. Una vez finalizado, el resultado vino a corroborar el fiasco que se entreveía. Con Antonio Ferrera, Paco Ureña y Leo Valadez se registró la peor entrada; ni siquiera se cubrió un tercio del aforo. Cada uno de los diestros cortó una oreja de escaso calibre a un encierro de Zalduendo, que fue deslucido y al que le faltó fuerza. Ferrera tiró de su tauromaquia más extravagante, sufrió una cornada interna en la cara interior del muslo derecho al entrar a matar a su primero y fue intervenido quirúrgicamente en la enfermería tras lidiar a su segundo. Ureña se entregó al máximo y Valadez se lució con el capote y con la muleta tiró de arrojo.
La feria rompió el día de la despedida, en el último capítulo de un ciclo que la empresa deberá estudiar y analizar si de verdad le importa Logroño. Fue en la última de abono, coincidiendo con el día de San Mateo, cuando prácticamente La Ribera se llenó siguiendo la estela de Roca Rey, que salió a hombros junto al riojano Diego Urdiales. Ambos cortaron dos orejas, de mayor peso las del diestro de Arnedo, por cuanto a toreo, pero sin restarle ni un ápice de importancia al inmenso valor del peruano. El esfuerzo de Urdiales por conseguir hacerle faena a su segundo fue mayúsculo, y gracias a su magisterio logró cuajarlo en la segunda parte de la obra. A Roca le convirtió Logroño en su Rey. Él llenó la plaza y a él querían ver. La Ribera crujió de una manera ensordecedora cuando el andino se atornillaba al suelo. Morante se hizo con un trofeo tras una faena que tuvo destellos de su tauromaquia barroca a un sobrero de Juan Pedro. Los toros de Núñez del Cuvillo fueron ásperos y no tuvieron clase. En líneas generales, ningún toro ha sido roto por bravo en esta feria, que ya es pasado y que ha dejado varias líneas que preocupan.
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Javier Campos y Justo Rodríguez | Logroño
Juan Cano, Sara I. Belled y Clara Privé
Alfonso Torices (texto) | Madrid y Clara Privé (gráficos) | Santander
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