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"Quítate las gafas". Estefanía García estaba haciendo fotos en la barrera de la plaza de toros de La Ribera cuando un joven con acento extranjero se puso a hablar amigablemente con ella. "Me vino como bromeando", recuerda. "Pero en cuanto me fijé en su ... cara lo calé".
Era Peter Janssen, un activista antitaurino con muchas 'muescas' en su pistola de asalta-ruedos: él y los componentes de su grupo han irrumpido en festejos por toda España en los últimos cuatro años. Y García, una navarra de Tudela que se dedica con su empresa a elaborar guías taurinas y otros elementos para ferias por toda España, lo reconoció enseguida.
Ahí empezó una pequeña 'movilización' rápida. García dio la voz de alarma entre algunos aficionados de localidades cercanas, entre ellos su propio padre, que avisaron también a la Policía y al personal de la plaza. Porque era evidente lo que iba a pasar allí: Janssen, con entrada de barrera, se preparaba para saltar al ruedo e interrumpir el festejo.
Así fue. "Cuando vimos que se quitaba la camiseta, nos echamos encima y le agarramos. No le hicimos nada más, sólo inmovilizarle mientras llegaban la Policía y los porteros". Es la imagen que ha dado la vuelta a España desde este martes: cinco aficionados (entre ellos Estefanía y su padre) inmovilizan a Janssen en La Ribera.
Fue una actuación entre aficionados de a pie "Éramos los que estábamos allí, nos tocó a nosotros evitarlo". Algo no exento de posibles complicaciones, se teme ella. "Es desagradable, porque sabes que te expones a que te hagas fotos, y en ese mundo hay alguna gente muy violenta". Los insultos en las redes sociales, por ejemplo, son algo muy normal para ella.
García ya ha tenido algún encuentro desagradable en otras plazas. "Una vez en Zaragoza una chica me empezó a gritar '¡asesina, asesina!' al oído. Yo respeto que no te guste, pero respétame tú a mí también".
Y para ella, habría que tomar medidas contra los saltos como los que protagoniza Peter Janssen. "No puede ser que alguien salte 15 ó 20 veces a una plaza y que no le pase nada. Eso debería estar penalizado, y no sólo con una multa, sino con una pena de cárcel".
Porque, explica, la situación está empeorando en los últimos años, con los ánimos cada vez más encrespados. "Es que se escuchan muchas mentiras. Por ejemplo, que a los toros les meten algodones en el hocico, que si vaselina en el ojo, que si los caballos de picar se matan después de cuatro corridas... Son patrañas que se popularizan. Un amigo que estudia veterinaria escuchó a un profesor de Toxicología decir que a los toros les inyectaban no se qué. Es mentira, pero todos los alumnos de ese profesor se irían creyéndolo".
Para ella, hace falta más y mejor debate. "Entre los taurinos, como en todas partes, hay quien sabe razonar mejor y peor. Y a veces no nos defendemos como deberíamos".
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