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No es un exceso decir que las peñas son el alma y la esencia de los sanmateos y que su protagonismo durante las fiestas es absoluto. Sobre todo en los barrios, donde tienen sus sedes, esas estepas desterradas de los programas oficiales de fiestas. Por ... ello, estremece el silencio de su ausencia este año.
Aster, La Alegría, La Rioja, La Simpatía, La Unión, La Vendimia, La Uva, Logroño, Los Brincos y Rondalosa. Los peñistas lo son por convicción, por la certeza del amor que profesan a Logroño. Y ese es un legado que transmiten de generación en generación. No hay fotografía más acertada de lo que es celebrar San Mateo que la de cualquier familia, disciplinadamente uniformada con sus blusones, desde el más mayor hasta el más chico en su sillita.
Como todo ser vivo, y por puro instinto de supervivencia, han evolucionado. Años atrás eran cuatro, el de la trompeta y el del tambor, literal. Pero hasta 2019, último año de normalidad, sus charangas eran fantásticas. Lo seguirán siendo, qué duda cabe, pero ahora guardan silencio.
Con ellas, un día como hoy estarían recorriendo la ciudad de cabo a rabo bailando y cantando sin parar. Y sin obligar a nadie a seguirles. Detalle que conviene subrayar porque todavía despuntan finolis que se quejan de su bullicio. Con lo baratito que están los paquetes vacacionales estas fechas, ¿verdad?
Con todo, lo que más agradecían los logroñeses a las peñas eran sus degustaciones gastronómicas. Ñam, ñam. Niegue que la boca se le hace agua al recordar el olor de los platos típicos riojanos que ofrecían en la plaza del Mercado y en diversas calles convertidas en comedores públicos: chuletas al sarmiento, zapatillas de jamón, embuchados, lomo o huevos con pimientos, patatas a la riojana, picadillo, setas a la plancha, chorizo al vino, choricillo y panceta a la brasa, huevos fritos con pimientos, pimientos rellenos, pinchos morunos... Eso es ganarse a la gente por el estómago.
Este lunes ya estaría todo en marcha. Los más veteranos recordarán que en el génesis mateo solo había dos degustaciones: una por la mañana y otra por la tarde. Y gratis. Pero en los últimos tiempos, y tasado ya un precio, la oferta era tal que si uno se planificaba con acierto podía perfectamente comer y cenar sin entrar en casa. Y sin poner un pie en bares y restaurantes. Lo que reventaba a los hosteleros. Sobre todo a los de las periferias dejadas de la mano del Ayuntamiento. Muchos de los cuales trincaban esos días porque les salía más a cuenta cerrar y, sí, pirarse a la Costa Dorada.
Y en el pack peñista, la última oferta: la noche. Esa carpa de toda la vida, rebautizada innecesariamente 'Espacio Peñas 2.0', donde vibrar con Reincidentes, Silenciados, Tobogán y los tributos. La Polla. Récords, se entiende.
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