Los sarmientos, lo más lejos posible

El terreno de juego no necesitó grandes preparaciones. Sobre la calzada, se delimitó con tizas de colores la línea desde la que se podía efectuar el lanzamiento (si se sobrepasaba se consideraba nulo) y la puntuación total que se podía conseguir con él. Se cortó un trozo de la calle San Matías, 6, se forraron tres gavillas y se depositaron en el suelo a la espera de que fuesen arrojadas por los numerosos participantes (llegaron a superar los sesenta).

En una mesa situada a la derecha del tirador, reposaban los premios –entre los que se encontraban las gavillas y los estuches de los colaboradores de la peña, que contenían embutidos, vino y licores– y el listado de aspirantes a concurrir al certamen en sus tres categorías: infantil, femenina y masculina. Los galardones estaban claros y el procedimiento, en la mayoría de los casos, también. Uno balanceaba el sarmiento (hacia adelante y hacia atrás), lo lanzaba y ganaba si conseguía la mayor distancia. Lo difícil era acertar con la técnica, no desequilibrarse y mandarlo hasta el final.

La competición comenzó sobre la una y media del mediodía y terminó una hora más tarde, con tres ganadores (Sergio, en la categoría infantil; y Raquel y Borja en las siguientes) que dieron lo mejor de sí mismos. Uno de los peñistas que ejerció como animador se desgañitó en algunos momentos para garantizar la seguridad del nutrido público que asistió al evento (que tenía que subirse a la acera para evitar ser golpeados por las gavillas) y para conseguir una mayor participación. Lo logró, porque Yara, entre otras participantes, decidió tomar parte en el concurso en cuanto se percató de que hacían falta más mujeres.

«Me he escorado un poco y casi le saco un ojo a una periodista que estaba haciendo fotos, pero para ser la primera vez me ha ido bastante bien. Estoy contenta», reconocía con una amplia sonrisa. En su caso, había dado con este concurso porque llevaba «varios días» tratando de conocer «las actividades, la gente y las tradiciones dentro de cada peña para ver si nos apuntamos en familia. Nos hemos encontrado con esto (con el certamen) y nos hemos animado a tomar parte. Es entretenido y divertido, que es a lo que venimos, a pasar un buen rato».

María Jesús Prado también lanzó este miércoles por primera vez la gavilla. «Suelo estar siempre ayudando a mis compañeros a servir la degustación y como participaba mi nieta, me he acercado a verla. He visto que se apuntaba la gente y he decidido hacerlo yo también», explicó antes de resaltar que «está chulo, porque intentas cogerla de la mejor manera para que vaya lo más lejos posible. He llegado al cinco, no está mal». Hasta el ocho la lanzó Juan Manuel Pinillos, quien repetirá el próximo año su participación en este tradicional concurso tras sus «buenas sensaciones».

Francisco Redondo, sin embargo, esperaba «tirar más lejos, porque participo todos los años, pero cada vez lo hago peor», admitió antes de apuntar que la técnica está en «no meter los dedos en los sarmientos porque si no, cuando los lanzas, se te quedan enganchados y no los sueltas». Alejandro, que participó por primera vez en la mañana de este miércoles en la categoría infantil, tenía claro que aunque el truco reside «en echar tu cuerpo para atrás, luego para adelante, otra vez para atrás y tirarla fuerte con el antebrazo», «mientras más gente tire, se caen más palos y los últimos lo tienen un poco más fácil». A pesar de ello, luchó por quedarse entre los primeros puestos.