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El cartel que esta tarde se anuncia en La Ribera podría calificarse como el cartel de la temporada. Único. Atractivo. Necesario. Es una obviedad que la tauromaquia no atraviesa por sus mejores momentos, que flaquea tras la pandemia e incluso que ya mostraba signos de ... debilidad desde años antes, con tendidos huérfanos un buen puñado de tardes. Logroño no está siendo la excepción este año. El público ha perdido la ilusión, las ganas de ponerse en ruta para acudir al reclamo de una tarde de toros. Y no es que la afición esté en horas bajas, pero sí que lo está esa falta de conexión entre el espectáculo y la sociedad. Y por ello, Roca Rey hoy es pieza fundamental. Su poder magnético y sobrenatural de generar en torno a él un tsunami de expectación es agua en medio del desierto. Hoy es el torero que mueve a las masas, el que llena plazas y tira a gañafón. Una pieza clave en el tablero en un momento en el que el resto de figuras se encuentran en la cúspide por su capacidad pero sin el enganche de antaño, consecuencia de carreras tan maratonianas y dilatadas en el tiempo que sus paseíllos se han convertido en una monotonía aplastante sobre los tendidos. El fuego de un idilio no se mantiene chispeante toda la vida, por lo que la tauromaquia necesita de flirteos nuevos que lleven a la gente a la plaza y por qué no, de nuevos romances con los que perderse en una plaza de toros.
Rostros ilusionantes como el de Roca Rey, que hoy va a ser quien llene La Ribera. Su toreo es frescura, novedad, emoción y riesgo cada tarde en la que se juega el tipo a carta cabal; cruza esa línea en la que es consciente que tras ella puede encontrar la gloria o perderlo todo. Ha traspasado desde hace tiempo los muros de las plazas y atrapa a la gente de la calle, jóvenes y mayores, y no solo aficionados. Ha calado poniendo en jaque el tablero, y por ello hoy es el gallo que manda.
Es energía, locura, improvisación. El pasado mes de agosto aplastó Bilbao con su apisonadora en una tarde épica, otra plaza que solo se llenó a su paso. Pero Roca no solo sabe poner el corazón a mil sino también seducirlo con el toreo encajado, firme y natural, como el de Urdiales y Morante, que es el toreo que convence a todos.
Morante de la Puebla: Ha toreado en La Ribera diez tardes, ha cortado cuatro orejas y ha salido una vez a hombros.
Diego Urdiales: En Logroño ha paseado 32 tardes y ha cortado 28 orejas, ha indultado a un toro y ha salido ocho veces por la puerta grande.
Roca Rey: En cuatro carteles se ha anunciado en La Ribera. Ha conseguido ocho orejas y en una ocasión ha salido a hombros.
Los toros .
Núñez del Cuvillo: Ha lidiado 25 toros en Logroño y se han cortado ocho orejas (tres desorejados).
Ellos también son claves en el toreo, son los que nos hacen viajar por las esencias más rocambolescas de un mundo de emociones durante dos horas y media. Los artífices del toreo más natural, el del origen de todo y el que nunca pasa de moda porque fluye y atrapa sin ser conscientes de ello. Son toreros de empaque, de una suavidad estratosférica que consigue romper con los esquemas del tiempo. Son artistas inmensos, creadores de belleza, sensaciones y experiencias.
Los toros reseñados y que pondrán a prueba a estas tres figuras pertenecen a la ganadería de Núñez del Cuvillo, un hierro de calidad, de los principales de la cabaña brava y que invitan al optimismo. Logroño está preparado para la traca, para el cierre con las estrellas. A las 18.00 horas sonarán clarines. La vida en juego.
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