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Es curioso lo de estos sanmateos. Unos y otros han asumido que, en realidad, como fiestas no iban a ser una gran cosa. Demasiados tropezones de inicio, demasiada improvisación y demasiadas cosas hechas como de inercia.
Asumido lo cual, el Ayuntamiento fía su estampa ... a que ha tomado nota y a que el año que viene las cosas serán distintas. No se fijen ustedes mucho en estos sanmateos, por favor. Para fiestas, las del año que viene.
Por ahora tenemos una ventaja: que el cohete va a ser en sábado, así que nos dejaremos de hipocresía colectiva alrededor de las clases de los chavales. Todo el mundo sabía que no iban a ir y que esa ausencia no iba a acarrear consecuencia alguna. Así fue, así será. Las fechas del 20 al 26 no volverán a ser problemáticas hasta dentro de cuatro años, cuando vuelva a caer en miércoles el cohete. Pero eso, oigan, ya será otra legislatura. O sea, en términos políticos, otro siglo.
¿Cómo han sido estos sanmateos? Pues sin nada que reseñar. Y eso no es bueno: unas fiestas de carril no van a ninguna parte. Las ausencias eran destacadas. La peor la de la Carpa de las Peñas, pero hay más. Estas han sido unas fiestas con solo dos conciertos «grandes», con solo tres noches de fuegos-fuegos, con solo cuatro tardes de toros, con unos cuantos puestos de artesanía desperdigados y algo tristes.
Lo bueno que han tenido, sin embargo, es que allá donde se esperaba a la gente, allá ha aparecido. Al final la gente aparece en todo, sobre todo si ese todo es gratis o casi. Hasta Leticia Sabater tuvo el lleno de su vida en Logroño para su inenarrable concierto-actuación-cosa.
Pero los clásicos lo siguen petando. Los fuegos, claro, y sus sucesores los drones. Los conciertos (La La Love You llenó pero bien) hacen pensar que al menos debería haber un par más. Y las degustaciones.
Entiendo que los bares rabien por ello, pero lo cierto es que con el paso de los años, y a falta de algún atractivo que las complemente o sustituya, San Mateo se ha convertido en una fiesta en la que hay mucha comida por la calle. Que sí, que la gente es capaz de hacer una espera por un trozo de chorizo que no aguantaría en un bar, cierto. Pero qué le vamos a hacer: también guardamos cola en junio por un pez que no es precisamente merecedor de una estrella Michelin.
En fin, espero que haya aprovechado el concejal de Festejos estos últimos días, porque ahora es cuando debería empezar a currar. La improvisación ha dejado algunas cosas entre lo lamentable y lo ridículo (lo de las personas con discapacidad en las barracas fue más que eso, fue doloroso) y si la intención es cambiar, esas fiestas se hacen desde ahora.
San Mateo está necesitado de una renovación de las que no se hacen en solo un año. Pero puestos a empezar, el 2025 es el mejor momento. No dejamos que esto siga así.
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