Secciones
Servicios
Destacamos
No entraba ni un alfiler. Ni en la calle Laurel, ni en la San Juan, ni en las inmediaciones de las mismas. Todos los logroñeses, y muchos otros riojanos más, querían revivir en primera persona la vuelta de unos sanmateos como los de antes. En ... los que se quedaba para almorzar, en los que había pregón y cohete, en los que se peregrinaba hasta las arterias gastronómicas de la ciudad para comenzar con el estómago lleno la primera jornada festiva.
Los pañuelos rojos y azules se contaban a millares al igual que las cuadrillas que se apelotonaban a las puertas de los bares de pinchos del centro de la capital riojana. La de Raúl y Sonia fue una de ellas. Estos dos logroñeses llevaban semanas organizando el vermú del día del chupinazo con su grupo de amigos. Al final salieron diez, los justos y necesarios para brindar con fuerza sus copas de vino mientras esperaban a comerse un champiñón en la calle Laurel. «Venir de pinchos después del chupinazo siempre ha sido nuestra tradición. Lo echamos mucho de menos los últimos dos años», lamenta Raúl. Y es que, aunque esta cuadrilla «de toda la vida», como ellos mismos se califican, salieron cumpliendo las limitaciones en las pasadas ediciones de la Fiesta de la Vendimia aseguran que nada tiene que ver con lo «que vamos a vivir estos días».
Una infinidad de actos para todos los públicos devolverán la ilusión a todos esos logroñeses que ansiaban recuperar su semana grande. Una semana festiva que comenzó ayer por la puerta grande con un multitudinario vermú que nadie se quiso perder. Ni todos esos riojano que viven fuera de la comunidad. Mario, que en la actualidad reside en Madrid por trabajo, no se lo pensó dos veces al pedir las vacaciones de este año: «Sabia que por fin podríamos celebrar San Mateo, así que me guardé unos días para volver a Logroño para celebrar las fiestas con familia y amigos».
Durante este sábado, resultaba difícil, por no decir casi imposible, hacerse un hueco para pedir en barra. Ni que decir tiene encontrar un sitio donde apoyarse. Como si de un malabarista se tratase, Alberto sujetaba su vino en una mano mientras se comía una zapatilla en la otra. Junto a su esposa Cristina, este logroñés decidió optar por la San Juan para este primer aperitivo de las fiestas mateas.
La pareja, que empezó con la ruta a las 13.00 horas, buscaron llegar pronto para evitar las grandes aglomeraciones. Algo imposible ya que fue este misma calle la que primero se llenó dada su proximidad con la plaza del Ayuntamiento tras el lanzamiento del cohete. «Se nota que teníamos ganas de fiesta ya que no entra una persona más en la calle. Es un poco agobiante pero sabíamos lo que nos podíamos encontrar», relata Cristina.
Las fiestas han comenzado oficialmente y con ellas las ganas de toda de una ciudad que añoraba brindar en honor a San Mateo.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.