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Para Aarón Martínez, las fiestas de San Mateo significan volver a casa y dejar atrás el verano de feriante para convertirse de nuevo en estudiante de Mecanizado. Las barracas corren por la sangre de este cigüeño, quien pese a sus 19 años ya está ... bregado en la profesión.
«Desde hace unos años ayudo a mi padre en todo lo que puedo. Es una vida dura, pero hay que trabajar», explica con sinceridad, Con las dos atracciones familiares (Speed y Barca Vikinga) recorren toda España. «Hay que cambiar de coche cada cinco años, porque les hacemos más de 300.000 kilómetros», aporta para dejar constancia de la itinerancia de su trabajo.
Él, por ejemplo, ha pasado el verano por distintas ferias de varias provincias, incluso bajando hasta Ceuta. Por eso volver a casa le hace ilusión. «Vienen mis amigos a verme y me encanta el ambiente», indica. Con esas visitas se resarce (un poco) de las vivencias que no ha podido compartir en los meses previos con sus colegas. «Hay veranos en los que ni he pisado la piscina. Yo, que además soy de un pueblo como Lardero, echo de menos esa vida de verano, esos planes del día a día...», se sincera.
Aarón Martínez reconoce que, aunque los asistentes solo perciban la música, el espectáculo y la diversión, detrás de los montajes hay un enorme trabajo. «Ahora hay ayudas de grúas, sistemas hidráulicos... Pero es un trabajo duro. Antes lo era mucho más. Mi padre, por ejemplo, lleva desde los 14 años tocando hierro y eso se nota en la salud», dice.
Pero, a pesar de los sudores y de los dolores, la feria es una parte imprescindible de los sanmateos, aunque tiene margen de mejora. «Por edad, no lo he conocido, pero mi padre siempre me dice que cuando la feria se situaba en Club Deportivo iba mucha más gente. Creo que hay que pensar lo de la ubicación, porque para venir aquí hay que coger el coche, a veces no hay aparcamiento, ha habido días en los que se han puesto multas... Eso no ayuda», reflexiona.
También se han registrado filas para llegar al recinto («ha venido un amigo para verme desde Siete Infantes y le ha costado más de una hora»), lo que demuestra que Logroño, después de las tormentas, tenía ganas de barracas. «El domingo y el lunes han estado bastante bien, la gente ha cogido con ganas la feria después de las lluvias. A los logroñeses les encanta la feria», dice. Y Aarón reconoce que el público riojano «es valiente». Él lo puede constatar desde la taquilla del Speed. Pero también su primo. «Ha traído este año una atracción que da muchas vueltas. Solo hay otra en el mundo como esa y a la gente le encanta», se le ilumina la vista al contemplarla.
Cuando los sanmateos bajen el telón, tocará sacar los libros, acudir a las prácticas... «Lo que estoy estudiando viene muy bien porque siempre estamos revisando y cuidando la maquinaria. Por ejemplo, todos los años la tenemos un mes parada para desmontarla y revisarla pieza a pieza», dice Aarón.
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