La capilla ardiente de los sanmateos
El San Mateo que no hay ·
El San Mateo que no hay ·
Las fiestas de la vendimia agonizaban donde nacían: en la plaza del Ayuntamiento. Y lo hacían con fuego y humo: la quema de la cuba. Hasta que en 2019, el último San Mateo prepandémico, fue indultada como señal de que la ciudad se sumaba a ... la huelga mundial por el clima. Un controvertido final. Según el Ayuntamiento, consensuado con las peñas, explicación de mecha corta a tenor de los pitos y abucheos –«¡Fuera!, ¡Fuera!»– que arreciaron sobre Pablo Hermoso de Mendoza. Un cabreo épico, que convirtió en pellizcos de monja la pataleta de los peñistas ante Cuca Gamarra en 2013 por el hachazo a la duración de las fiestas. Salvo esos episodios, y alguna protesta entrometida (Marea Blanca, ese mismo año), los sanmateos ardían 'requiem aeternam' hasta quedar reducidos a cenizas.
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Previamente, las peñas procesionaban en cortejo fúnebre por el Casco Antiguo (cada una portando sus propias cubas) y accedían a la plaza consistorial, abarrotada por miles de logroñeses. Lo hacían siguiendo un riguroso orden de antigüedad (especialmente recordado es el pasillo formado a La Rondalosa en 2017 por el fallecimiento de Ángel Jubera) y llegaba el momento en el que los peñistas se desprendían de los pañuelos, uno de sus símbolos junto al blusón, para hacerlos girar y ondear con las manos sobre las cabezas. Entonces las charangas se fundían y tocaban al unísono diferentes piezas folclóricas riojanas, entre las que no faltaban los suspiros de la jota de Logroño.
El ritual mortuorio continuaba con el alcalde o la alcaldesa, el concejal de festejos y los Vendimiadores dirigiendo sus pasos a la enorme cuba situada en el centro del recinto. Un túmulo de formas cambiantes a lo largo de los años: desde un diseño inspirado en Miró (2005), a la pieza alegórica del cincuentenario de la Fiesta de la Vendimia (2006), reproducciones del Ayuntamiento (2007 y 2008) y del Puente de Piedra (2009), por su 125 aniversario, o una sencilla prensa de vino coronada por la luna llena (2010).
A partir de 2011, la cuba se construyó con fragmentos de la carroza que había representado al Ayuntamiento en el desfile. Las decoraciones oscilaron entre motivos alusivos a la designación de Logroño Capital Española de la Gastronomía (2012, año en el que, caprichos del calendario, la quema se celebró un día después de la festividad de San Mateo) y el 150 aniversario de la llegada del tren a la ciudad (2013). En 2014 se hizo un guiño a los niños y en la pira funeraria se horneaban como pollos el pato Donald y sus tres sobrinos, así como el pato Lucas, figuras recicladas de la carriola que ese año portó a los pequeños representantes de la ciudad. En 2015 hubo dos grandes piernas y dos colosales pies en el enorme tonel que representaba el pisado, y en los años sucesivos, sin abandonar la temática de la vendimia, el gigantesco tinanco también incluyó elementos dirigidos al público infantil como los Minions.
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Así expiraba San Mateo. Feliz. Echando chispas. Con la promesa de descender del cielo riojano un año después, pese al virus de los virus, amén.
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