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Gente. Gente por todos los lados. Miraras por donde miraras había miles de cabezas revoloteando de un lado a otro. Bailando frente a La Redonda, bebiendo una litrona de cerveza, haciendo cola para entrar en los bares de la calle Sagasta, sacándose 'selfies', bajando en pelotón las escaleras del Puente de Hierro hacia el parque del Ebro... Una marabunta. Más que antes de la pandemia. Los jóvenes logroñeses y logroñesas tenían ganas de festejar, de reunirse y de olvidar con una copa en la mano. Y el día elegido fue ayer, coincidiendo con el inicio de las fiestas mateas.
La juerga comenzó pronto, demasiado para que el cuerpo aguantase hasta el amanecer. Diego y su grupo de amigos fueron unos de esos valientes que acumularon varias horas recorriendo los bares del centro de la capital. «Llevamos desde las doce de la mañana, no sé cómo seguimos aquí», confirmaba entre risas con su grupo.
Otras como Sara y Mónica aterrizaban en el Casco Antiguo pasada la media noche: «Hemos preferido venir más tarde porque si no no vamos a aguantar toda la noche». Y la noche, tal y como se presuponía, iba ser muy larga.
La plaza del Mercado y la calle Sagasta sirvieron de preludio del botellón. No había bares suficientes para la cantidad de jóvenes que pugnaban por entrar en los locales de ocio nocturno. Tocaba improvisar y lo hicieron ocupando las vías colindantes a la zona de fiesta obligando a que los propietarios de los bares tuvieran que recoger las terrazas con celeridad. «Hemos quitado la terraza a las 21.00 horas ya que los chavales se estaban poniendo a hacer botellón aquí», aseguraba Maya, la dueña del bar La Negrita. Éste y otros muchos locales del centro de Logroño se echaron las manos a la cabeza al ver la marabunta: «Esto es una locura, estamos trabajando más que otros años de San Mateo. No sé si tendremos bebidas para mañana».
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Andando en zig zag, para intentar no chocarnos con la estampida que venía de frente, nos encontramos con la primera ambulancia de la noche estacionada en la calle San Nicolás. El reloj estaba a punto de marcar las 2.00 horas, momento en el que los bares empezaron a echar la verja y el alcohol comenzó a hacer estragos entre los participantes que deseaban continuar la fiesta en las pistas de baile. Llegaba la hora de comprar hielos, vasos y cargar con las botellas de alcohol hasta la ribera del río Ebro donde, a pesar de las horas, ya se acumulaba una importante cantidad de gente. Algunos bajaron con lo puesto, otros acompañados de sus altavoces. El reguetón empezó a sonar, la fiesta estaba servida.
Primera noche de San Mateo, segunda de botellón aunque en esta ocasión el número de asistentes cuadriplicaba la cifra de la cita del viernes. Y es que la Policía Local de Logroño cifró en cerca de 4.500 las personas que ocupaban el parque del Ebro. Pero no todas ellas eran de La Rioja. Hubo jóvenes de Navarra, Cantabria, Castilla y León e incluso de Murcia, que se acercaron a la comunidad alentados por la fiesta 'Made in Logroño'. Nicolás, Álex e Isabel llegaron desde León: «Nos habían hablado de la fiesta y del botellón de Logroño así que hemos cogido el coche y nos hemos presentado aquí para disfrutar de los sanmateos que no los conocíamos. No nos lo queríamos perder», relataban muy animados.
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Mientras que para unos era su primera vez en el parque del Ebro, para otros era «lo de todos los fines de semana», destacaba Juan, un asiduo en el botellón logroñés. El joven, de 25 años, lamentaba que «esto se nos está yendo de las manos. Cada sábado hay más gente». Para intentar evitar este tipo de citas multitudinarias los congregados pedían la reapertura del ocio nocturno. Y es que, tal y cómo explicaban Sara y Mónica, «si estuvieran las discotecas abiertas la mayoría de gente que viene al botellón no estaría aquí».
La noche transcurrió sin incidentes reseñables hasta la hora en la que la Policía Local tuvo que entrar a desalojar para que los servicios de limpieza pudieran empezar a trabajar. Ahí resurgió la vorágine y la velada terminó con un detenido por arrojar botellas a los agentes y varios comas etílicos. La fiesta finalizó con el amanecer. Una claridad que mostró las consecuencias, traducidas en kilos de basura de plástico, de la primera jornada de «desmadre» de las fiestas mateas.
Durante la madrugada del domingo fue necesario que la Policía Local de Logroño llevara a cabo el desalojo del parque del Ebro ante la afluencia de personas en el lugar. Así durante el operativo, en el que tuvieron que participar hasta 50 policías locales entre uniformados y unidades de paisano, unas 2.000 personas abandonaron el macrobotellón para que los servicios de limpieza pudieran empezar a trabajar. En el desalojo, pese a que apenas se registraron algunos incidentes menores, la Policía Local detuvo a una persona por arrojar botellas a los agentes y otras dos personas fueron identificadas por los mismos hechos. Asimismo, se incautaron un total de cinco altavoces de gran tamaño que causaron molestias a los vecinos de la zona del parque del Ebro.
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Clara Alba y José A. González
Alberto Gil | Logroño
Juan Cano, Sara I. Belled y Clara Privé
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