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Sí, sí que hay bares que cierran por San Mateo, que bajan la persiana cuando Logroño dispara el cohete anunciador de la fiesta de la Vendimia Riojana y no la suben hasta una vez quemada la cuba. Que se despiden estrenado septiembre para una bienvenida que celebran con su clientela recuperada la rutina, definitivamente, a puertas de octubre. Y no, no es que se trate de disfuncionalidad alguna, pese a lo excepcional que pueda suponer en el centro y sus alrededores, no tanto así en la periferia.
Vale que se aparten del comportamiento general del conjunto del sector al que pertenecen, pero no por desarreglo alguno en el funcionamiento de la función que les corresponde o se les presupone. Simplemente, «no compensa», resumen, aunque por distintos motivos y siempre teniendo en cuenta que no es lo mismo un local en la calle Portales que «de la Gran Vía para el sur».
Los establecimientos hosteleros que colgarán entre los próximos 16 y 22, fechas del programa oficial, el cartel de 'cerrados por sanmateos' explican sus razones ajustándose, mayoritariamente, a eso de que los festejos se dejan sentir casi en exclusiva en los tradicionales epicentros mateos vaciando los barrios. «Si al hecho de que toda la ciudad se desplaza esos días al centro, y que en determinados barrios, caso de Cascajos, la mitad se va de la ciudad, la cosa no compensa. Y moviéndonos en un sector como en el que nos movemos, pues es una semana en la que sale a cuenta irse de vacaciones».
Carlos Plaza
Bar El Pedregal
Ángel Barrero
Bar Soriano
Álvaro Alcaide
Cafetería Puerta 19
Francisco Javier Saez
Café Bar Ankara
Quien así se expresa es Carlos Plaza, que junto a su esposa y a sus hermanos, cierra El Pedregal por San Mateo... como también hace en San Bernabé, fechas que aprovechan para tomarse unos días de descanso. «Llevamos años haciéndolo», explica el que a día de hoy, camino de sus 27 abriles, es reconocido como el primer bar del nuevo Cascajos –ubicado en la calle Estambrera–, un 'modus operandi' festivo que han asumido otros como propio en la misma zona.
Bares y cafeterías que echan el cierre estos días tienen motivos de sobra. No en vano, ya la pandemia llevó a muchos al mero hecho de cerrar determinadas jornadas a lo largo del año, algo impensable hasta no hace tanto. «En mi caso, cierro días sueltos, en esta ocasión lo haré el sábado y el domingo por la tarde (por la mañana abro porque hay partido) y el lunes y el jueves, 21 de septiembre», pone de manifiesto Álvaro Alcaide desde el Puerta 19, en el entorno del estadio de Las Gaunas –concretamente en la avenida de la Sierra–. «Llevo toda la vida trabajando en la hostelería y sé lo bueno y lo malo del sector, y las diferencias de cómo se trabaja en estas fechas en el centro y en el resto de la ciudad; entiendo que de estar en el centro, si cierras, es porque no encuentras camareros», sentencia tras dos años con negocio por cuenta propia.
«La gente se dispersa y, por mucho que se diga que se potencia la fiesta en otras zonas que no son el centro, la realidad es que apenas se percibe... Llevo 37 años aquí, tiempo suficiente para saber de lo que hablo; nuestra clientela es fija, esos días va de aquí para allá, y baja la afluencia. Por tanto, y teniendo en cuenta que abrimos todo el año de lunes a domingo, esta es la semana que mi socia y yo aprovechamos para tener vacaciones», apunta Francisco Javier Saez tras la barra del café bar Ankara –en pleno Pérez Galdós–, quien siempre apuesta por un cierre «según la oficialidad del programa», en este caso, del 16 al 22.
El Pedregal, Puerta 19 y Ankara son ejemplos de cierres fuera del centro, pero estos también se dan en pleno corazón de Logroño, en la mismísima Laurel, con el popular Soriano –en su caso en la travesía– como el primero en hacerlo... casi en atreverse a hacerlo, habría que decir. «Recuerdo que el primer año que empezamos a cerrar en San Mateo, que fue en 2005, me daba hasta vergüenza salir a la calle, era como si hubiese hecho algo malo», confiesa ahora Santiago Barrero, el mayor de la estirpe que sigue a pie de mostrador.
«Hemos tenido que oír de todo, ya sabes, que si estamos forrados, que si nos sobra el dinero, que si... cuando lo único cierto es que ni nos da la vida ni hay cuerpo que, según va cumpliendo años, lo aguante», reconoce Ángel. «No es ganar dinero, es ganar salud... son nueve días al 300%, y si ya se nos hace cuesta arriba un fin de semana normal, imagínate», añade.
Tío y sobrino, junto al resto de primos, lo tienen claro. Y más «trabajando bien el resto del año». «La pandemia nos enseñó muchas cosas», dicen recordando a José María, el desaparecido Pepe, quien hiciera de la plancha y sus 'champis' toda una referencia gastronómica. «Cuando abrimos en 1972 estuvimos varios años seguidos sin descansar un solo día», rememora su hermano.
Hay otros míticos que, como el Soriano, cierran, aunque en su caso o el primer o el segundo fin de semana. Los Barrero, sin embargo, lo harán desde el primer sábado al último domingo. Y también los hay que están de vacaciones incluso ya esta semana...
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Alfonso Torices (texto) | Madrid y Clara Privé (gráficos) | Santander
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Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
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