El acontecimiento más importante del año
El san mateo que no hay... El pisado de la uva ·
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El san mateo que no hay... El pisado de la uva ·
En el campo riojano se escuchan estos días los sonidos de los corquetes y de las tijeras, que cosechan el esfuerzo de todo un año de trabajo. Es tiempo de vendimia. Este año, obligado por la crisis sanitaria, San Mateo pasa de puntillas. Este martes ... ha habido misa y ofrenda del primer mosto a la patrona de La Rioja en la concatedral de La Redonda. Sin embargo, no se ha celebrado el pisado de la uva en El Espolón, uno de los actos más queridos para los logroñeses, que hubiera cumplido su 65º aniversario.
Algo más de seis décadas en las que la escenografía poco varió. A las 12.30 de todos los 21 de septiembre, en el centro de la capital se reunían, convocados por el Gobierno de La Rioja, representantes de la mayoría de los estamentos y colectivos de la región, expresidentes de la Comunidad, alcaldes y alcaldesas, políticos, agentes sociales, instancias judiciales, eclesiales y militares, colegios profesionales, niños, danzantes, reyes y reinas de las cabeceras de comarca, vendimiadores oficiales y, un poco más atrás, fuera de tiro de cámara, ciudadanos que observaban devotos la ceremonia. Durante años también asistieron emigrantes riojanos en Chile y Argentina, retornados a sus raíces gracias a la 'Operación volver'.
El cenit llegaba cuando los danzantes, los representantes de las comarcas y los niños depositaban en la tinaja los racimos traídos desde diferentes rincones de la comunidad. Entonces, los hermanos Urdiales aparecían en el escenario y agarrados de hombros comenzaban un simbólico baile mientras pisaban las uvas. Cuarenta años estuvieron Francisco y Antonio metidos en el tinanco. Francisco se retiró en 2013 y Antonio lo hizo un año después, legando el honor a sus nietos Diego y Antonio. No había lugar para la sorpresa: de los granos salía el mosto y el jefe del Ejecutivo regional (Concha Andreu sólo lo pudo hacer en 2019) se encargaba de abrir el grifo de la tina para recoger en unos jarros el primer vino de la cosecha que recibía la bendición del obispo.
Y, como era habitual, la música y las danzas inundaban todo el recinto. Aunque ese último año hubo novedades y el pisado claudicó a la censura de lo políticamente incorrecto: por primera vez, el cachiberrio no actuó como un bufón que, ebrio de vino, ofrecía la bota a las autoridades, mientras el muy pícaro levantaba las faldas de sus compañeras del Grupo de Danzas de Logroño. Inaceptable para el nuevo Gobierno. La contradanza de Briones. Tiene cojones.
«El buen viticultor no conoce un día de descanso, por eso cuando una cosecha llega a buen fin, la fiesta de la vendimia(...) se convierte en el acontecimiento más importante del año».Manuel López, 'La vuelta al mundo en 80 vinos. Tiempo de vendimia'
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