El Voto de San Bernabé pasa por la plaza de toros

El festejo taurino dio comienzo con una exhibición de saltos y de quiebros de dos nombres propios de la tauromaquia francesa, Baptiste Bordes y Louis Ansolabehere. El primero demostró su veteranía dentro de los ruedos con un alarde de quiebros que dejaron atónitos a los allí presentes. No era la primera vez que el galo pisaba la plaza logroñesa, ya que durante las pasada fiestas mateas había debutado sobre la arena en el concurso nacional de recortadores celebrado en la capital.

Baptiste hizo gala de su experiencia pero Ansolabehere no se quedó atrás, dejando sin aliento a los miles de espectadores que se congregaron este sábado en La Ribera con sus saltos y sus acrobacias. Animaron al público y durante unos treinta minutos hicieron vibrar a unos logroñeses que tenían ganas de volver a ocupar los asientos de su plaza. Alberto y su hijo Juan, de apenas cinco años, fueron unos de ellos. Aprovechando el día grande de la ciudad, estos riojanos decidieron salir bien temprano de casa para poder degustar el pez y el vino y poner rumbo, horas más tarde, a La Ribera: «Queríamos disfrutar de San Bernabé al máximo. Son las primera fiestas que mi hijo puede vivir desde dentro ya que con la pandemia optamos por no salir mucho. Le ha gustado muchísimo ver los saltos de los recortadores».

Una vez finalizó la exhibición, el festejo puso su foco en los valientes aficionados que saltaron al ruedo buscando probar suerte con las vaquillas populares a cargo de la ganadería riojana Toropasión. Un total de seis vaquillas que hicieron correr de un lado al otro de la arena a los aficionados y que hicieron vivir algún susto que otro, ya que uno de los participantes tuvo que ser atendido por los sanitarios de la Cruz Roja tras una fea caída desde la barrera.

La tarde terminó sin ningún otro percance sobre las 19.30 horas, momento en el que los miles de asistentes al espectáculo taurino decidieron continuar la fiesta en las calles del centro de Logroño. La peñas llevaron el paso de la procesión al ritmo de las trompetas y los tambores, poniendo el broche de oro de una divertida y animada celebración que tuvo una gran acogida por parte de unos logroñeses que echaban de menos estos multitudinarios actos de San Bernabé.