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El reparto del pez volvió y lo hizo por todo lo alto. A las once de la mañana, una hora más tarde de arrancar, desde la cocinas del Revellín ya se habían despachado 4.500 truchas alevín pescadas en las aguas de Viguera y Bobadilla, ... mientras una marea humana empezaba a rodear el recinto al aire libre. La pericia de los miembros de la Cofradía del Pez permitió sin embargo dar salida en perfecta sincronía a las 27.000 raciones previstas, servidas con su correspondiente rebanada de pan y jarrito de vino. Más de mil litros de tinto donados por Dinastía Vivanco.
«Es un orgullo atender a todos los que vengan, no nos importa trabajar lo que sea necesario, este es un día grande», señalaba feliz ante la respuesta del público Fernando Azofra, el nuevo cofrade mayor de la Cofradía del Pez, que este sábado precisamente cumplía años, por lo que cree que estaba predestinado a ser cofrade, algo que hizo realidad en el 95. «Me conformo con que salga igual de bien que en los años anteriores», señalaba al inicio el sustituto de Lorenzo Cañas, con unas «ganas impresionantes» de celebrar este 'reparto' y cumplir -el año pasado hubo un acto simbólico en la Cocina Económica- con el voto de San Bernabé.
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Desde los calderos dispuestos para la fritura, los pececillos iban desfilando ya doraditos hasta los mostradores, donde los ciudadanos esperaban su turno. En las cercanías se escuchaban muchos elogios hacia el pez, pero también al pan, este año rebanadas de pan sobado en lugar de los tradicionales bollitos. «El otro tenía muy buen sabor, pero este es más cómodo», señalaba una mujer mientras apuraba el último bocado. Y es que este año 'El Paraíso' no ha podido cumplir con su cita y finalmente el pan ha llegado de la mano de la Asociación Riojana de Fabricantes de Pan, integrada en la FER. «Catorce panaderías de la asociación hemos estado toda la noche trabajando para que hoy no faltara el pan, no hemos dormido pero es un orgullo haber participado en una celebración que ha sido nombrada de interés turístico nacional», ponía de relieve Eduardo Villar, vicepresidente de ARFEPA.
En total, 1.900 barras de pan que una máquina cortadora se encargaba de convertir en pequeñas rebanadas. El propósito era que nadie se quedara sin cumplir con la tradición, algo que por otro lado parece garantizado por los jóvenes que no quisieron perderse este plan, el mejor para ir en familia. A ello contribuye también las últimas incorporaciones a la Cofradía del Pez. El último, Rafael González, de 35 años y actual secretario de la entidad logroñesa, que este sábado exhibía orgulloso su nueva condición. Su familia -la empresa Riverfresh suministradora de las truchas- además de mantener vivo el emblemático reparto en San Bernabé, encendió en él el interés por esta tradición logroñesa que se remonta a 1940. «Lo he vivido desde pequeño, por eso para mí este es un día muy importante».
Los más madrugadores y los más avispados pudieron repetir bocado, algunos hasta seis veces según algún testigo que desde el otro lado de la valla llevaba buena cuenta de ello. Otros optaron por reservar alguna ración para los familiares enfermos. Los propios cofrades acercaron el pez a algunos centros de la tercera edad, a los de 'La Estrella' les tocó después de replegar en El Revellín. No faltó la ilusión y las ganas en el reparto, que volvió a ser como antes de la pandemia, aunque con ausencias. «Hay muy buen ambiente, pero falta algo..., echamos en falta a muchos amigos», señalaban en un grupo de mayores, remarcando las pérdidas sufridas durante la pandemia. La Cofradía del Pez volvió a contar este sábado con la imprescindible ayuda de voluntarios, entre ellos muchos jóvenes, hijos y nietos a los que intentan involucrar en esta tradición.
Echando una mano se vio a la exalcaldesa y número dos del Partido Popular, Cuca Gamarra, quien también en calidad de cofrade, se remangó e hizo el reparto como una más. «Si hay algo que tengo blindado en mi agenda es el 11 de junio en Logroño, es un acto que como logroñesa nunca me lo he perdido ni me lo voy a perder», señaló. También se vio a Kilian Cruz, concejal de Festejos, satisfecho con la acogida de las fiestas pospandémicas y, en concreto «con el éxito de las luminarias» y de la buena acogida del recuperado Reloj de San Bernabé. «La gente lo ha vivido con mucha intensidad», resumió el concejal.
Victorino Cuadra siempre llegaba a las 7.30 y era el primero en probar el pez. Lo hacía después de brindar una jota al patrón. Pero hoy no estaba. Su lugar lo ocuparon Juan Pablo García, de 61 años, y Miguel Ángel Olavarría, de 77, el segundo y tercero en colocarse, por tradición, tras él.
«Se le echa en falta, animaba mucho y la gente siempre le respondía con un aplauso, pero el COVID no respeta...», se lamentaban. En la cola de al lado (había cuatro entradas), Sergio Báez, de 35 años, fue el otro gran madrugador, llegó un poco más tarde, a las 7.45 horas y lo hizo «movido por el orgullo de ser logroñés y con ganas de comerse el pez sin apreturas».
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