Fiestas de San Bernabé
Honores para Carlos V en LogroñoFiestas de San Bernabé
Honores para Carlos V en LogroñoHabía visita este sábado en Logroño. Y no era una visita cualquiera. Llegaba el emperador Carlos V y había que rendirle honores: bailes, buen vino, vítores, un desfile... Todo era poco para recibirle. No en vano, había llegado para otorgar varios privilegios a la ciudad, tras haber derrotado a los franceses en 1521. Entre ellos, las tres flores de lis arrebatadas a los galos para su escudo de armas.
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La recreación de aquel momento, que se produjo en 1523, ha sido uno de los actos centrales de las fiestas de San Bernabé de este sábado. Desde bien temprano, poco más de las once de la mañana, el entorno de la iglesia de San Bartolomé ya empezaba a coger color. El del amarillo y el rojo de los guardias que iban a proteger al emperador por su discurrir por Logroño.
Como suele ser habitual, en estos festejos la capital riojana ha viajado entre dos siglos durante toda la mañana. Con el calor apretando con fuerza, resultaba curioso ver cómo los trajes renacentistas se entremezclaban con los ropajes actuales. Cómo la tradición de estas fiestas se cruzaba con experiencias mucho más modernas como las despedidas de soltero. «¿Por qué van vestidos así?», se preguntaba una de estas jóvenes, que halló la acertada respuesta de un vecino de Logroño. Le explicó, de arriba a abajo, cómo se había llevado a cabo la resistencia de la ciudad ante el asedio francés. Un poco de historia antes de seguir con la fiesta.
A las doce ha empezado el desfile. Desde la plaza de San Bartolomé, el emperador ha caminado escoltado por sus guardias y por un buen grupo de personajes importantes del Logroño del siglo XVI: los regidores, el procurador mayor, el diputado, el escribano... Todos le acompañaron desde el punto de partida hasta la calle Portales ante la mirada de logroñeses y turistas que poblaban las terrazas del centro del capital.
En la plaza del Mercado ha habido tiempo para disfrutar de unos bailes renacentistas, muy alejados del reguetón que se baila ahora en los bares y las discotecas. «Podían poner un poco de salsa», comentaba uno de los presentes mientras otro, mucho más metido en las fiestas de San Bernabé, gritaba a pleno pulmón: ¡Viva el emperador!
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El punto final del recorrido fue el entorno de El Revellín. Allí Logroño volvió a trasladarse a 1523 y el emperador sintió «un gran regocijo» al ver cómo avanzaban las obras de las defensas de la ciudad: las que, por aquel entonces, se estaban llevando a cabo en la muralla y el cubo nuevo. Para acabar, y cómo no podía ser de otra manera, tanto el emperador como el resto de su corte fueron agasajados con las ricas viandas de esta tierra, acompañadas por un buen trago de vino.
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