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Entre lanzas y picas. La batalla librada entre las tropas galas y los valientes ciudadanos de Logroño se revivió con gran realismo. :: justo rodríguez
Triunfo atronador frente a Asparrot

Triunfo atronador frente a Asparrot

El Revellín volvió a ser escenario de una 'cruenta' ballata que acabó con el general francés rendido

África Azcona

Viernes, 10 de junio 2016, 00:52

Al final de las guerras comuneras, los franceses entran a España por el Roncal. Cruzan Navarra hasta llegar a la ribera del Ebro logroñés, donde comienza el asedio bajo el mando del general Asparrot a las órdenes de Francisco I. Parecía pan comido, pero ... los cañones, las picas y lanzas, los arcabuces, las espadas y los 30.000 soldados en filas nada pudieron hacer contra las pocas, pero valientes tropas que había en Logroño comandadas por Vélez de Guevara. «A penas tenéis para comer; si no os comen las ratas, os matarán mis hombres... Que caiga la ira del rey sobre las tropas españolas», sonaba por los altavoces en un intento de que los espectadores revivieran aquellos 17 días en que el general francés sitió la ciudad y trató de minar la moral de sus ciudadanos. En ese momento los espectadores a vitorear con entusiasmo a los logroñeses y a abuchear sin consideración a los franceses. Vélez de Guevara no aceptó la petición de rendición y comenzó la atronadora lucha entre la caballería y la infantería logroñesa. El incesante fuego de artillería envolvió el enfrentamiento que, prosiguió con luchas cuerpo a cuerpo. Pero el general Asparrot siguió con sus arengas y retó a un combate dos a dos para evitar baños de sangre. Si ganan, entrarán en Logroño, si lo hacen los españoles, levantarán el campamento y se retirarán a sus tierras. «...Vuestra sangre tiene mezcla africana...», profiere, sin que nada de esto moleste ni haga moverles un ápice de sus posiciones: los franceses, faltando a su palabra, vuelven a atacar, sin contar con la llegada de las tropas de Carlos I, desde Laguardia. No les queda si no la rendición. El general galo, rodilla en tierra, ofreció su sable a Vélez de Guevara, quien alentó a lanzar vivas a Logroño. Los aplausos festejaron la victoria y accedieron hasta el cubo del Revellín para clavar la bandera. Pero las de San Bernabé son unas fiestas de hermandad y las tropas de uno y otro lado recorrieron las calles adyacentes para festejar con todos la victoria...

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