Momento del cañonazo, junto a la chimenea del Parque del Ebro, hasta donde acudieron muchos logroñeses interesados en asistir a uno de los actos más novedosos. :: juan marín

Un cañón lanza la salva inaugural

La ciudad comenzó ayer cinco días de fiestas intensas en las que los ciudadanos harán un lúdico 'viaje' al Logroño del siglo XVI

África Azcona

Jueves, 9 de junio 2016, 01:16

Logroño. Un cañón, réplica exacta de los utilizados frente a las tropas francesas, lanzó ayer la salva inaugural de las fiestas bernabeas, que Logroño acogerá hasta el domingo con más de 300 actos. El ejemplar, una joya del Museo Militar de Valencia, aportó la solemnidad ... que merece la ocasión y envolvió en una nube de humo a todos los que se acercaron hasta la chimenea del Parque del Ebro. El olor a pólvora y el campamento francés desplegado justo al lado, con todo tipo de artilugios empleados en las batallas de la época, transportó a los asistentes con gran realismo hasta el siglo XVI haciéndoles partícipes del fragor de la batalla que este año ha comenzado más ruidosa que nunca. Los visitantes pudieron revivir las hazañas bélicas a las que no les faltó detalle alguno. Junto al campamento castrense se libraron duelos y batallas cuerpo a cuerpo, que hace 400 años, de haber sufrido las altas temperaturas de ayer, debieron ser extenuantes. «Entre las protecciones del pecho, brazos y garganta podrían soportar hasta 40 kilos de peso», explicaba uno de los organizadores de la exposición a los numerosos curiosos que se acercaron desde primera hora de la tarde. «La lucha era cuerpo a cuerpo, pero iban muy bien protegidos, incluso se ponían una pequeña chapa junto al corazón, por lo que no era tan fácil caer herido... Una lección de historia en pleno parque que se repetía no muy lejos. En la plazuela de Alonso Salazar, un soldado de la época, participante en las recreaciones, ofrecía una divertida clase divulgativa de historia con la que conseguía implicar a los paseantes ayudado con un cuadro de la Rendición de Breda. ¿De quién era? ¿Cómo se titula? Con sus explicaciones los espontáneos alumnos descubrían que el origen del rojo, que tanto nos identifica con el fútbol, o el naranja que distingue a los holandeses no es cosa de ahora, sino que hay que retrotraerse a hace 400 años. «Estamos vinculados al rojo por la bandera y los holandés al naranja por la Casa de Orange...».

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La ruta renacentista tenía también parada obligada en el párking de Barriocepo. Allí permanecía expuesta una maqueta del Logroño del 1500, una ciudad amurallada, a penas reconocible, sino fuera por el perfil de la Redonda... «Ves estas casas juntas, la plaza del Mercado, pero sin plaza...», explicaba Luis ángel García Varela. «Aquí -señalaba con el dedo una de las esquinas del muro amurallado-, es donde está ahora el Tívoli.... El puente de hierro era levadizo». Entre la curiosidad y la sorpresa, las numerosas personas que se acercaron hasta este punto del casco antiguo seguían las explicaciones con ganas de conocer más sobre los detalles de un pasado desconocido para muchos. «Ahora que se habla de la Villanueva, mirad, así era...», seguía contando animado por el interés este integrante de la Asociación Cultural Guardias de Santiago.

Más de 200 voluntarios se encargan desde ayer de que el casco antiguo de la ciudad retome el aspecto de la época. Pese a las tórridas temperaturas, logroñeses y visitantes llenaron las calles céntricas de la ciudad en la que no faltaron degustaciones y los tradicionales mercados renacentistas. El mercado era el núcleo de la vida cotidiana durante la época que ahora se rememora y ayer, en el 2016, lo volvió a ser. En los puestos, cada vez especializados y con mayor presencia de otras Comunidades, se exhibían productos artesanales de todo tipo, desde hogazas de 1,5 kilos, típicas de Santiago de Compostela, a quesos suizos, de los Alpes , de cuatro. «Están hechos exclusivamente con la leche de primavera y verano...», decía Christian Olivier, convencido de que las ventas iban a ir bien. Entre los puestos, se recuperaron tradiciones y costumbres pasadas, con vendedores que comercian con productos recuperados, danzas orientales, música renacentista y pregoneros que interactuaban con los paseantes.

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