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Al final, en la plaza del Ayuntamiento, incluso sonó el himno feminista 'El violador eres tú' cuando finalizaba la marcha por el 8M que recorrió el centro de la capital. Sin la famosa coreografía, las primeras que llegaban a la plaza consistorial, precedidas por la ... pancarta de la Coordinadora 8M 2020, lo bailaron a su aire y, en el estribillo, adelantaban el brazo y apuntaban con el índice. La Policía contó en torno a los 5.000 participantes. Las organizadoras hablaban de cerca de 7.000. Un cálculo, el primero, quizá escueto. Otro, el segundo, tal vez generoso. La cuestión es que a las seis, cuando empezaba la manifestación, la participación era muy justita y a medida que se fue avanzando, el grueso de la marcha se fue ampliando hasta los miles que finalmente se reunieron por la igualdad entre mujeres y hombres.
Las primeras en llegar fueron las integrantes del Bloque Crítico que, para las cinco y media, ya estaban de preparativos en la calle Guardia Civil.
A continuación, se fueron organizando las cabeceras, una, la de la Coordinadora, solo para mujeres, junto a una fuente de Los Ilustres que lucía decorada porque las esculturas presentaban unas túnicas moradas, y otra en la entrada de Gonzalo de Berceo, liderada por la Plataforma 8M y mixta, seguida de algunos representantes de instituciones. Las dos, con el lema común, «Luchando molestamos. Solo muertas importamos».
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Cuando salieron las marchas, a eso de las seis, el Bloque Crítico se colocó entre una y la otra y, durante todo el recorrido, mantuvo las distancias con la cabecera que le precedía, de forma que se veía la primera pancarta seguida por un grupo de mujeres, un espacio vacío y, después, este bloque que fue engordando con todas aquellas personas que se sumaban a la iniciativa y a la que se terminó juntando la pancarta de la Plataforma y sus seguidores. Cuando la Coordinadora paraba para algunos de sus 'actos', se detenían los demás y mantenían las distancias. Así, la Coordinadora tuvo un recuerdo para las mujeres del mundo rural al llegar a la Estatua del Labrador y allí se leyeron unas palabras. También se acordaron de las asesinadas al alcanzar el Palacete.
Unos metros por detrás, los miles de personas, mujeres y hombres, más jóvenes en primera línea, más maduros un poco después, cantaban las consignas. La que más enardecía a la multitud -en este caso juvenil femenina- era el «Que no tenemos miedo, que no».
Del total, no todos los asistentes estaban al corriente de las historias entre convocantes sino que eran manifestantes ajenos a las mismas que querían apoyar una causa más general, la de la igualdad, y miraban perplejos algunas maniobras sorprendentes. Y, aunque pueda parecer imposible, también había por la calle quien no sabía de qué iba el tema y preguntaba por lo que sucedía y quien esperaba en la marquesina a que pasara un autobús urbano que aún iba a tardar.
Las diferencias de esta manifestación respecto a la de hace un año fueron varias, entre ellas, la menor asistencia porque la de 2019 juntó a unas 15.000 personas y también una menor presencia de personas mayores. El hecho de convocar en domingo tiene su peso y bien lo saben los habituales de este tipo de convocatorias y tal vez el miedo a los virus también influyó, sobre todo en las personas de más edad.
Si la carrera se inició de día, con el paso por la Gran Vía y Vara de Rey, la llegaba a la plaza del Ayuntamiento, que, por cierto, tenía el suelo lleno de hojitas con lemas pegados, fue casi ya anochecido. El escenario esperaba con luz morada y música alta. Sobre el mismo, varias portavoces leyeron un manifiesto en el que, entre otras cosas, decían que el «feminismo es de las calles», aunque también debe estar en los despachos, que «el techo de cristal es tan palpable para nosotras como invisible para ellos», que «hemos sido borradas de la historia» o que al final «nos convierten en trapos de usar, presumir y tirar». A eso de las ocho, la concentración empezó a disolverse.
Las manifestaciones y actos han recorrido toda La Rioja:
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