Reencuentro con el Encuentro

No lo hicieron a solas, ni mucho menos, ya que era una de las noches más esperadas, en esta ocasión con más motivo por tan larga ausencia. Los fieles vivieron ese Encuentro siempre de enorme significado y que ahora adquiere otros más personales, cercanos y familiares.

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Con la Cofradía de la Virgen de la Soledad salió primero la Dolorosa de La Redonda, imponente escenario para un recorrido con tintes trágicos, a la espera de su hijo con las manos implorando al cielo. El Nazareno, cargando con la cruz, esquivó una vez más en su emocionante salida las puertas de Santiago el Real, entre aclamaciones a los cofrades y una jota de despedida antes de encontrarse con su madre. Uno frente al otro, Nazareno y Dolorosa revivieron ese instante de sustancial espiritualidad antes de regresar juntos a sus históricas moradas entre el enérgico estruendo de los tambores.

A la vez volvía a las calles calagurritanas el Cristo de la Agonía. Muchos cofrades lo estaban esperando. Sobre todo, aquellos que pacientemente han aguardado casi tres años para cumplir con la promesa que le hicieron de acompañarlo descalzos. Sorteó con cuidado la puerta de los Santos Mártires acompañado por 400 cofrades hasta San Francisco.

En Haro, los fieles esperaban ansiosos que las imágenes del Nazareno y la Milagrosa se toparan en la plaza Monseñor Florentino Rodríguez. Ella partió desde la Vega y Él desde Santo Tomás, escoltados por la Cofradía de la Santa Vera Cruz, la Banda de Música y la Agrupación de Cornetas y Tambores de Haro.