Rascacielos y neón
Carta desde... Nueva York ·
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Carta desde... Nueva York ·
Ana Blázquez, estudiante logroñesa de Secundaria, cruzó el charco el pasado 2 de julioCLARA BARRERAS
Sábado, 10 de agosto 2019, 20:14
El día 2 de julio, Ana Blázquez cruzó el charco hasta, como bien cantaba Sinatra, la ciudad que nunca duerme: Nueva York.
Estados Unidos siempre le ha llamado la atención, pero su predilección es la cultura y el acento americano, algo que quiere ... perfeccionar durante su estancia allí.
La oportunidad para descubrir el país le llegó gracias a su madre: «Me ofreció irme unas semanas e incluso meses con familiares americanos y aquí estoy».
A pesar de la incertidumbre por la reacción de su familia al verla, afirma que «fueron muy acogedores y la situación muy espontánea. Pensaba que tendrían un plan fijado para cuando yo estuviera allí, pero fueron improvisando sobre la marcha».
Un nuevo continente implica nuevas costumbres y la primera de ellas es el horario. Ana reconoce que lo que más le ha costado ha sido adaptarse a la jornada americana: «Nos levantamos a las siete y tenemos que desayunar fuerte porque igual no comemos nada más hasta la cena, que siempre suele ser fuera de casa».
De lunes a viernes , mientras que los fines de semana se desplazan a su casa en Groton Long Point, en el estado de Connecticut. «Es como el sueño de todo americano porque son casas preciosas que el 4 de julio se decoran y lanzan fuegos artificiales desde sus jardines», explica Ana.
Su familia también se ha encargado de que conozca lo más emblemático de la ciudad: «Cuando fui al memorial del 11-S me impactó muchísimo, Te das cuenta de que un americano se emociona, pero un extranjero también».
Aunque esté a 5.759 kilómetros de casa, Ana ha encontrado un trocito de España en Nueva York y es tan pequeño que recibe el nombre de 'Little Spain': «Es como un barrio español, hay restaurantes en los que te sirven comida española que está muy conseguida. También hay un mercado en el que hacen una referencia a Madrid porque muchos 'stands' tienen de nombre calles de la capital y te ofrecen chocolate con churros, tortilla de patata, paella...», explica.
De las tranquilas calles de Logroño a la ciudad que nunca duerme, Ana reconoce que «ha sido una gran oportunidad para unirme mucho más a mi familia de aquí y conocer su cultura».
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