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ÁFRICA AZCONA
LOGROÑO.
Jueves, 27 de diciembre 2018, 22:07
Joyería Moreno dice adiós para siempre. Primero fue el cierre en el 2014, por jubilación de Mercedes Rastrero, en la «dorada» esquina de Vara de Rey con Gran Vía, y ahora le toca el turno al negocio que continuaron sus hijos durante los últimos once años en Jorge Vigón, 22. Eduardo Moreno, de 51 años, y Antonio Moreno, de 49, han aguantado la crisis como han podido, pero la caída de ventas generalizadas en un sector que ha sido puntero en Logroño, les ha obligado a poner el punto y final.
Será el próximo 24 de diciembre cuando se cierre definitivamente una de las tiendas de referencia de la ciudad y comience para ellos una nueva etapa en busca de nuevas oportunidades, seguramente fuera de Logroño, aunque, eso sí, sin dejar la joyería. «Estamos valorando entrar en la venta 'on line' es lo que se lleva y hay que adaptarse. Lo que es cierto es que las ventas han bajado mucho por el comercio electrónico, pero también porque el cliente busca piezas más baratas, no tan exclusivas... Antes que comprarse una joya, hoy en día hay otras preferencias..., salir de viaje, a cenar...», afirman sin eludir la tristeza que les produce tener que concluir una exitosa trayectoria comercial iniciada en 1964 por el abuelo, llegado a Logroño desde Zaragoza en busca de las oportunidades que entonces brindaba una ciudad en pleno despegue. Un negocio que, gracias al impulso de sus padres (Mercedes y Antonio Moreno), pronto se destacó por hacer joyas especiales, por entonces muy poco vistas. En su escaparate ,como en el que ahora baja la persiana en Jorge Vigón (donde estos días se anuncia el cierre a la espera de que alguien se interese por el local), se exhibían diseños exclusivos, marcas italianas que «nosotros las adquiríamos en ferias cuando aquí no las traía nadie».
Pero la ilusión y los diseños exclusivos no han sido suficientes. «Hemos sido joyeros artesanos, nos dedicamos a la reparación de piezas, las modernizábamos... hemos tenido unos años buenos, con clientes que venían desde Bilbao, pero la realidad es la que es. Llegó la crisis, que nos ha dañado a nosotros y a la que no ha escapado nadie, la gente sigue sin consumir», afirman. En sus últimas horas, el local de Jorge Vigón luce ya desabastecido. «No echamos la culpa a la calle, es muy céntrica y aquí hemos estado muy contentos».
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