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La presidenta de la asociación de vecinos de El Cortijo, Gema Escorza, delante de la iglesia y del frontón, dos puntos emblemáticos del barrio de El Cortijo. JUSTO RODRÍGUEZ
Patio de vecinos | A. V. El Cortijo

El pueblo feliz que no tenía servicios

A siete kilómetros | La distancia de El Cortijo con el centro caracteriza la vida en este barrio, que carece de las comodidades de la ciudad pero cuenta con otros alicientes

Nuria Alonso

Logroño

Lunes, 3 de febrero 2025, 07:05

La distancia con Logroño constituye una de las peculiaridades señeras del barrio de El Cortijo. Son más de siete kilómetros los que separan a esta pequeña población del centro de la ciudad, de la que los vecinos de El Cortijo solo ansían sus servicios, pues como afirma la presidenta de la asociación de vecinos, Gema Escorza, «a pesar de todo, la gente aquí es feliz».

Entrando en detalle

  • Servicios Consultorio médico que atiende tres veces a la semana y un autobús que conecta con el centro en horarios predeterminados. Piscinas municipales durante el verano.

  • Comercio Ninguno, la última panadería cerró hace meses.

  • Parques y zonas verdes Un pequeño parque al lado del frontón con zona infantil.

– ¿Qué es lo mejor de vivir en esta zona?

– La vida de pueblo. Nos conocemos todos, sales tranquila; los hijos, como dice una amiga de Madrid, son un poco de todos... Y hay cero inseguridad.

– ¿Y lo peor, lo que más críticas genera entre los vecinos?

– Lo peor, la falta de servicios. Aquí no hay colegio, pero no estamos mal en ese sentido porque hay transporte escolar: los niños bajan al colegio y al instituto de Secundaria, eso lo tenemos cubierto. El problema es cuando terminan Secundaria porque si hacen Bachillerato suelen usar el mismo transporte que los de Secundaria, pero si quieren hacer algún módulo de FP, no hay transporte. El bus urbano tiene unos horarios predeterminados y no sirve para llegar a clase o al trabajo, viene bien para recados sin hora, pero poco más.

– Plantee tres reivindicaciones para su barrio, las necesidades más apremiantes.

– Algo que nos parece factible es algún tipo de instalación deportiva, ni siquiera aspiramos a cubierta, es decir, una pista polideportiva para que puedan jugar los chavales.

Luego, es cierto que han ampliado el transporte público pero no estaría de más que añadieran alguna frecuencia más. Nos vemos obligados a tirar mucho de taxi y en muchas ocasiones, por ejemplo, el fin de semana por la noche apenas hay.

Y la tercera, nos encantaría tener un espacio cubierto. Este edificio [las antiguas escuelas albergan la sede vecinal] es lo único que tenemos para todos: lo usa la asociación de vecinos, las mujeres para jugar, las reuniones del coto, las del regadío... Y por ejemplo, los chavales no pudieron venir en navidades porque estaba ocupado. Por eso, necesitamos un espacio cubierto, aunque no tenga paredes, pero algo cubierto, incluso el propio frontón si tuviera un tejadillo.

– ¿Y qué le sobra a la zona?

– No sé qué le sobra realmente. No se me ocurre. En pandemia sí que hubo momentos en los que nos sentimos agobiados por la afluencia de gente que venía. Como no se podía salir del municipio, mucha gente venía o aquí o a La Grajera, como seguía siendo Logroño... Ahora, no es el caso. La gente viene y estamos encantados. Sales, paseas y hay gente de Logroño, pero nadie sobra.

– ¿Alguna demanda histórica que nunca haya sido atendida?

– Tenemos la sensación de que ninguna demanda se atiende. Siempre nos hemos sentido un poco abandonados. Nos han prometido, confiamos en que esta vez sea cierto, que nos van a arreglar el frontón y el tejado de esta casa, que es de propiedad municipal. De hecho, nos gustaría que nos cedieran el piso de encima, que antes era el del maestro, y así cumplirían con la demanda histórica que llevamos pidiendo años de tener un espacio público. Nos pasó hace poco que logramos que se apuntaran hasta quince personas a clases de Vida Sana, que organiza el Ayuntamiento, y cuando vino el monitor no había espacio suficiente. Lo de la dejadez ocurre con muchas cosas, por ejemplo, con el mantenimiento de los caminos, que se supone que hay que hacer todos los años y tampoco.

– ¿Qué le pide a los vecinos de su zona?

– Pues mira, siempre que les pedimos colaboración, la obtenemos. Prácticamente todos los vecinos son socios de la asociación. Y se hacen muchas cosas con la colaboración de todos, por ejemplo, lo de que hubiera un mínimo de quince asistentes para 'Vida Sana' o la jornada del 'Chorizo asado y el vino', en octubre y que el año pasado dimos 2.200 raciones, o las fiestas que tienen siglos de antigüedad. Dinero no hay pero vecinos sí. Yo creo que a la gente del Cortijo no se le puede pedir más.

236. habitantes

registraba el barrio en marzo de 2024.

– ¿Y al Ayuntamiento?

– Al Ayuntamiento se le puede pedir de todo. Que nos haga caso, que nos dé dinero, que nos dé servicios... También que reconozca que El Cortijo tiene su propia identidad a la hora de modificar el Plan General de Ordenación Urbana, que tengan en cuenta la estructura específica de pueblo que tiene este barrio. Que nos provean de dotaciones, que aquí no hay ni suelo dotacional.

– ¿Es un buen lugar para los niños, los jóvenes y los mayores?

– A pesar de todo, sí. A pesar de todo, recalco. La gente vive feliz y los niños igual, salen a jugar con sus amigos... Lo malo es que muchos jóvenes quieren venir a vivir aquí pero no pueden porque no hay dónde construir, el tema de la vivienda aquí está fatal. Es un sitio donde la gente quiere estar y vive feliz.

– ¿Y para los animales de compañía?

– Sí, sin duda. Esto es el campo.

– ¿Qué envidia de otros barrios de Logroño?

– Los medios de transporte, el autobús. No pretendemos un autobús cada 10 o 12 minutos, pero igual uno más tarde los viernes, los sábados, un búho... algo más.

Un barrio a siete kilómetros conectado por autobús y taxi

La propia orografía y ubicación de El Cortijo marca el principal escollo que dificulta la vida de los residentes en este barrio. Los siete kilómetros largos que los separan del centro dificultan tareas tan básicas como ir a comprar provisiones o acudir a actividades extraescolares. Y aunque reconocen que su situación ha mejorado últimamente, con una frecuencia más en el autobús urbano y un acuerdo de precio cerrado con los taxistas, el recurso al vehículo particular y a la buena voluntad de los vecinos sigue siendo el principal medio de transporte de los cortijanos o mochuelos. Por eso, reclaman un paso más, que los autobuses comprendan horarios que den más servicio: de momento, «sirven para ir a hacer recados, pero si quieres tomar algo un poco más tarde o tienes una cita a una hora concreta, no te la puedes jugar con el autobús».

Con el tema de los taxis, que han cerrado un precio para los vecinos de El Cortijo, pasa algo similar: aunque pactado no es asequible para todos los bolsillos y, en ocasiones puntuales, no hay suficientes para dar el servicio.

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