Primeros chapuzones en El Cortijo

A pocos metros, Mateo Hernández y Ricardo se tiraban de todas las formas posibles en el agua. «¿Cómo está el agua? ¡Perfecta, no hay palabras!», respondías mientras caían en bomba, hacia atrás..., era la forma de celebrar su verano más refrescante.

Se puede decir que este miércoles comenzó el verano para este barrio logroñés, que estos días ha triplicado ya sus residentes, la mayoría de la propia capital con casa en esta parte de la ciudad, pero también vascos, catalanes y madrileños (la mayorías oriundos del Cortijo). «Cuando me enteré de que las cerraban, pensé que el verano iba a ser un rollo». Lucía Castro, de 12 años y de Bilbao, no quiso perder el tiempo y fue de las primeras en reservar turno. Llegó con la preceptiva cita previa y también con la lección aprendida sobre distancias de seguridad, algo que todos los bañistas llevaron a cabo de forma natural.

En un rincón discreto, cerca de la puerta, fue donde la logroñesa María del Valle Legarda decidió poner su toalla. «En El Cortijo he encontrado un prototipo de vida que no tiene nada que ver con el de Logroño, y en esta piscina sé que mi hija de 12 años no tiene ningún peligro.., cuando nos dijeron que no las abrían se nos bajó la moral, era la puntilla después del confinamiento que hemos tenido», relataba antes de entregarse a una lectura placentera.

Era mediodía día y a esa hora, con una treintena de bañistas, el césped ofrecía todavía amplios espacios y aun se estaba lejos de los 300 permitidos por las restricciones de aforo. En el exterior, sin embargo, se iba animando la llegada de nuevos usuarios, de todas las edades aunque predominaban personas mayores y también cuadrillas de jóvenes. Algunos como Íñigo Navarro, de 16 años, llegó solo. Sonriente, con el traje de baño ya puesto la toalla al cuello iba directo al agua. «Tenía muchas ganas. Estos días de calor no sabíamos donde meternos, al final nos hemos estado bañando en el Ebro, junto a la presa, pero no era muy seguro».

Presenciando la apertura de las piscinas se encontraban miembros de junta de la asociación de vecinos, que se mostraban satisfechos por la reapertura, sin bien hubieran preferido que se hubieran abierto a la vez que el resto de piscinas municipales. Arancha Bargo se hacía eco de la alegría que ha supuesto la reapertura, pero confiaba en que el Ayuntamiento no valore su funcionamiento en términos de rentabilidad y en unos tiempos de incertidumbre en los que hay personas que todavía tienen miedo a ir a este tipo de instalaciones, «como ya se está viendo en Las Norias, donde no se llena».

Por su parte, Yolanda del Valle se refirió a la apertura como «una reconquista» de algo que no tenía que haber ocurrido. «Igual hemos perdido las formas, pero hemos conseguido abrir unas instalaciones que no tenían sentido cerrarse, cuando con Las Norias y Varea no ha habido ningún problema«. Pedro Castellanos celebraba la reapertura y celebraba el interés que las movilizaciones que han llevado a cabo han despertado entre los logroñeses. «Desde que hemos salido en la prensa sube más gente». El próximo jueves el representante municipal de El Cortijo, el teniente de alcalde, Kilian Cruz, mantendrá una reunión con la asociación vecinal para abordar algunos de los temas culturales pendientes en el barrio. «Vamos a abordar, entre otras cuestiones, la posibilidad de organizar visitas culturales al Puente Mantible o al castillo del Cortijo».