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Primero, fue la necesidad de disponer de una plaza, que llegaría en el siglo XVI. Y con el tiempo, según Logroño fue haciéndose ciudad, fue la de convertirla en una verdadera plaza Mayor a imagen y semejanza de los espacios urbanos configurados en otros lugares que ya contaban con gran tradición en España. La creación de una plaza Mayor donde se ubica la actual plaza del Mercado fue uno de los principales motivos de desvelo urbanístico en la capital de La Rioja durante el siglo XIX.
Hubo varios intentos, sí, pero uno de ellos no ha sido conocido hasta ahora y no ha pasado desapercibido precisamente por quien lo firma: Maximiano Hijón Ibarra (1817-1891), figura tan grande como olvidada, quien fue primer arquitecto provincial y municipal de Logroño y cuya vida y obra ha sido reivindicada recientemente por el SOS que lanza la que fue su casa en el número 5 de la vecina Herrerías.
Así lo recoge el arquitecto logroñés Sergio Rojo, quien da detallada cuenta del proyecto de Hijón en el último número de la revista 'Fragmentos' -de la Fundación Cultural del Colegio Oficial de Arquitectos de La Rioja (COAR)-, donde en su 'Plaza Mayor' recuerda por qué la actual plaza no es una plaza como tal planificada en origen, sino que cuenta con el añadido de algo que no estaba previsto: un solar que finalmente no fue edificado resultante del derribo del denominado palacio del Obispo, situado al norte de La Redonda, ocupando la parte oriental que queda justo al lado -donde hoy se ubica la fuente-; de ahí su particular forma en vez de ser un cuadrilátero más heterodoxo.
De la toma de conciencia por parte del Ayuntamiento poco antes de mediados del siglo XIX para intervenir en la plaza junto a la colegiata, dejó constancia ya en 2000 la doctora en Historia del Arte Inmaculada Cerrillo -y profesora de la ESDIR-, quien en su 'Arquitecturas descritas, arquitecturas dibujadas. Proyectos en el solar del palacio del Obispo' -dentro de 'Investigación humanística y científica en La Rioja' del IER- narra cómo la ciudad se lanza al proyecto de la realización de soportales en la zona del mediodía de la plaza, de manera que integrando los soportales de la calle del Mercado (hoy Portales) se pudiera configurar una «digna plaza mayor».
Conformando la misma y junto a la iglesia, se levantaba el entonces palacio del Obispo, que para esa época presentaba un estado ruinoso, por lo que fue adquirido y derribado para la construcción en su lugar de un edificio igual de singular, «que cerrara la tan ansiada plaza y que fuera representativo y noble para la ciudad» -de hecho, los conocidos como 'portalillos' se truncan justo en el plano virtual que forma la fachada principal de la hoy concatedral-. Así, en 1842 se pensó en un teatro, en 1849 en una Casa Consistorial, en 1853 en un Palacio Episcopal y en 1872 en una plaza con jardines sinuosos en consonancia con los de la plaza contigua.
Y es ahí donde se enmarca precisamente el proyecto de Hijón, como uno de los no pocos que consta que se redactaron para lograr el objetivo, un ayuntamiento (y cárcel incluida en el programa), presentado como 'proyecto de pensado' (lo que hoy llamaríamos trabajo fin de Máster, en palabras de Sergio Rojo) ante la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y con el que obtuvo el título de 'Maestro Arquitecto'.
El arquitecto local se topó con el mismo en pleno confinamiento durante la pandemia en 2020, cuando se encontraba documentándose para intervenir en un edificio del entorno y aparecieron los planos. Casualidades del destino hicieron que, prácticamente coincidiendo en el tiempo, a los mismos también llegase la historiadora e investigadora -doctora en Historia del Arte- María Teresa Álvarez Clavijo.
Así lo refiere en su capítulo incluido dentro de 'El Cerco de Logroño de 1521. Mitos y realidad', publicado por el IER con motivo del V Centenario y donde se incluye 'Logroño a comienzos del siglo XVI: una ciudad en construcción'. De aquellas, la plaza del Mercado no existía y fue primero calle de Diego de Falces (de norte a sur) y ya plaza pública desde 1572, cuando se crea junto al entonces palacio -construido en 1224-, que dibuja Hijón siendo un joven veinteañero que presentaba su proyecto para obtener el título de arquitecto dando muestras de su buen hacer de cara al futuro.
En el plano topográfico del mismo se aprecia cómo recrea una plaza mayor porticada en sus cuatro lados, y alinea el Ayuntamiento con La Redonda, en la parcela que antiguamente ocupaba la sede episcopal. «Hijón propuso un edificio de corte neoclásico, compuesto por un basamento almohadillado, que soporta un segundo nivel en el que vuela el balcón institucional entre grandes columnas dóricas, coronado todo ello por una balaustrada bajo cuatro estatuas que escoltan el que podría ser el escudo de la ciudad, a la manera del Palacio Real de Sachetti, lo que evidencia la influencia de la arquitectura institucional que se enseñaba en la Academia», explica Sergio Rojo.
El mismo arquitecto escribe en 'Fragmentos', donde da a conocer la propuesta en sí -que hasta incluía una fuente ornamental en el centro del espacio-, que «el proyecto de plaza Mayor en Logroño es sin duda un proyecto inconcluso». «La historia del urbanismo en Logroño y la búsqueda de su plaza Mayor podría considerarse hoy la historia de un desencuentro», sentencia.
«La idea de constituir una plaza Mayor es más o menos coetánea de otra idea de igual envergadura y esta vez consumada, que fue la apertura de la calle Sagasta, una operación del urbanismo higienista de aquellos años que buscaba dotar de mayor salubridad al tejido residencial para luchar contra la propagación de enfermedades. La apertura de la calle que daba paso al nuevo Puente de Hierro, junto con la conformación de la nueva plaza Mayor, hubieran sido las principales reformas llevadas a cabo en la trama urbana de Logroño a finales del XIX», aclara el autor.
Nada de eso fue posible... ni siquiera construir en el desaparecido palacio del Obispo, por lo que hoy la plaza tiene forma de 'L'. Y es que, finalmente, el espacio surgido tras la ausencia del mismo dio paso a una plaza, sí, pero anexa a la ya existente y que terminó utilizándose para la venta de productos agrícolas, conociéndose como plaza de la Verdura... como en sus inicios la primera plaza en la zona fue mercado del pan y hoy área de terrazas.
La historia de la plaza del Mercado, con sus muchas modificaciones hasta presentar su estado actual -justo cuando ya hay voces que hablan de la necesidad de una nueva reforma integral-, ha sido muchas veces contada. Ya lo hizo el historiador José María Lope Toledo en la revista Berceo en 1962. Así, en los años 70 del siglo XVI el Ayuntamiento procedió a la compra de diversas casas y corrales propiedad del Cabildo de La Redonda junto al palacio del Obispo para tal fin. La misma, sin nombre inicial, ha sido bautizada y conocida como plaza de la Redonda, de la Constitución, de la República o de los Héroes del Alcázar de Toledo, hasta que en 1979 el Consistorio le otorgó su actual denominación. Los soportales se construyeron en 1845, bajo el mando del arquitecto Martín Antonio Jáuregui, y se les dio el nombre de 'Portalillos' (enfrente de los de 'Portales'). Ya en 1872, el solar del palacio del Obispo -fracasados todos los intentos de edificarse- fue urbanizado y surgió una ajardinada plaza -con el nombre de 'San Bernabé'- que terminó por convertirse en un popular mercado y en el singular 'rastro' de la ciudad, además de en zona para aparcamiento de vehículos al final.
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Clara Alba y José A. González
Alberto Gil | Logroño
Juan Cano, Sara I. Belled y Clara Privé
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