Comercio en Logroño

Au revoir, Petit París

Petit París es una denominación con arraigo en Logroño. Situada en el número 20 de la calle Hermanos Moroy (en uno de los bajos de la Plaza de Abastos), fue punto de visita casi obligada a la hora de adquirir colonias o jabones. «Este establecimiento era el recurso desde sus inicios para atender la demanda de perfumes, lacas, jabones de tocador y elementos de belleza de las damas logroñesas en competencia con el recordado Torino, situado en Portales, de Victorino San Miguel, quien popularizo su eslogan 'solo buenas marcas'», que fue otro líder del sector en Logroño». Así se refería a este negocio Eduardo Gómez, en su sección de Diario LA RIOJA 'A pie de calle', en el momento en el que el establecimiento puso fin a su etapa como perfumería para cambiar de manos y de productos a la venta.

Era el año 2014 y Lourdes Rivas decidió coger ese local de amplio recorrido para montar su tienda de moda. «Quisimos hacer un guiño a lo anterior y mantuvimos el nombre», cuenta la responsable del negocio. «Aparte, quisimos conservar varias cosas, como parte del mobiliario», añade. Esa nueva andadura arrancó donde había terminado la anterior, en Hermanos Moroy, hasta que hace tres años se produjo la mudanza a la calle Sagasta para cubrir el hueco que dejaba otra de las tiendas de toda la vida de Logroño: lencería La Sirena. «Había estado mi abuela, luego mi madre y más tarde nosotras hasta que nos jubilamos y llegó Lourdes», expone Mariví Villaverde, dueña del local que vuelve a estar en alquiler tras el adiós de Petit París. «El espacio en Hermanos Moroy era un pequeñito, veinte metros cuadrados, y cuando ellas se jubilaron no lo dudé y me vine aquí», apostilla Rivas. «Teníamos una relación muy buena y la hemos mantenido hasta ahora, más que amigas somos familia», remata.

Entre una ubicación y otra, la tienda de ropa ha estado abierta durante diez años y ahora su dueña siente «una mezcla de alegría y tristeza» por el cierre. Alegría por alcanzar «una vida más tranquila» con la jubilación y pena por perder el contacto diario con sus clientas. «Todo ha resultado muy emotivo, algunas clientas incluso me han mandado ramos de flores», afirma al tiempo que apura las horas en un establecimiento que mantiene sus guiños al Petit París primario: entre vestidos, bolsos y pañuelos se observan varios tarros de perfume de gran tamaño en los estantes.

Durante este periplo, la tienda se ha ido adaptando a los nuevos tiempos, implantando incluso la venta 'on line', que también ha cerrado ya. «Nos pusimos al día porque las nuevas generaciones están acostumbradas a otro tipo de compra», cuenta Rivas. «Pero luego hay gente que te agradece mucho la cercanía y el asesoramiento», añade la responsable de Petit París, un nombre que ahora vuelve a quedarse libre. «Para mí significó mucho en su momento y si alguien quiere puede continuar con él», recalca Rivas. De momento, eso sí, Logroño dice 'au revoir' a una marca de toda la vida.