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EDUARDO GÓMEZ
Logroño
Domingo, 22 de abril 2018, 01:03
El Espolón logroñés ostenta el título oficial de Paseo del Príncipe de Vergara, asignado -leemos al recordado cronista oficial de Logroño, Jerónimo Jiménez- el 27 de febrero de 1872, fecha coincidente con la inauguración de las obras del monumento al general Espartero, inaugurado en los sanmateos de 1895.
El emblemático rectángulo se consiguió sobre las huertas que tenía el Seminario cercano, que se elevaba en el espacio que hoy ocupan los edificios existentes entre la esquina de Gallarza y la de Marqués de Vallejo, Gobierno Civil e Ibiza, entre ellos. Forma parte de su historia la existencia de las estatuas en mármol de seis reyes, colocadas en 1857 y derribadas en 1931, durante el periodo republicano. Son muchos los logroñeses que todavía recuerdan el kiosco circular para la música, que databa de 1892 y que estaba situado cerca de donde ahora se encuentra el auditorio. Su derribo fue muy llorado y no faltaron comentarios de que se había trasladado a alguna finca de algún político del momento.
Del entorno del ajardinado cuadrilátero cabe destacar la existencia de los tres palacetes situados en su parte oriental, uno de los cuales fue infaustamente derribado durante la noche del 15 al 16 de diciembre de 1976, para dar paso al edificio de ocho plantas que alberga una sede de oficinas de la comunidad autónoma y que rompe la llamativa estética que se ofrecía junto a los dos anteriores, que todavía se mantienen.
Del edificio derribado se recuerda que fue sede del Banco Santander y del Banco de Bilbao y antes Clínica del doctor Cospedal y que sus ajardinadas traseras se convirtieron en las veraniegas pistas de baile de la Sala Ducal, cuya entrada estaba en Duquesa de la Victoria. En el edificio colindante se mantiene la sede como presidencia de la Comunidad Autónoma.
Antes albergó la Diputación Provincial, en cuyos bajos se situó la incipiente Caja Provincial de Ahorros que empezó a funcionar el 30 de diciembre de 1950. El tercero y último palacete se inauguró como Grand Hotel el 26 de agosto de 1914.
En tiempos de la dictadura se les obligó a suprimir la d. Fue un gran lujo para la ciudad, convirtiéndose en la sede de los grandes acontecimientos sociales que la gente curioseaba a través de las verjas exteriores. En los bajos se instaló el Palacio del Billar, que en 1963 se transformó en la lujosa cafetería Las Cañas que dirigía Cesáreo Remón , entonces presidente del Club Deportivo Logroñés. Después fue una hamburguesería.
En la parte frontal tenemos que citar la que fue calle de la Estación por su conexión con la estación del ferrocarril, lo que le aportaba una gran actividad. De ahí que se instalaran dos hoteles, el Comercio, en la esquina con Avenida de Portugal, y el París, que aireaba su notoriedad con sus tres comedores.
También era notable en esa calle el Café La Habana de Romualdo Trapero, donde hizo sus pinitos Pepe Blanco. Le dio tono a la calle el edificio y la sede la Banca Palacios, después Banco de Vizcaya, así como los almacenes Garrigosa.
La popular Concha fue inaugurada por la Rondalla Logroñesa que dirigía Paulino Fernández, aunque se estrenó con más solemnidad el 21 de septiembre de 1954 con la actuación de la Banda de Música de Bilbao. La llamativa edificación albergó en sus inicios la cafetería Continental en el sótano, con terraza veraniega; la floristería Rosablanca; la tienda de pastillas El Avión, que dirigía Marisol Castroviejo; y un estanco.
Quedan la calle Miguel Villanueva, donde cabe destacar la casa que hacía esquina con la plaza de la Estación, en donde se encontraba la Sociedad Gran Casino, que disfrutaba de una terraza veraniega donde una orquesta animaba las noches con bailables, justificándose el nombre que se le aplicó ( 'el baile de la Renfe') por la cercanía de la estación.
Y terminamos este paseo por la memoria con el recuerdo del Muro de la Mata, zona privilegiada desde donde contemplar los grandes acontecimientos que se sucedían en el Espolón: fuegos artificiales, conciertos musicales, desfiles militares y religiosos, carreras ciclistas...
A lo largo del Muro, desde el inicio con el café Ibiza, hasta el final con el Danubio, teníamos, entre otros, al Comercio (1945) con sus bailarinas, que luego fue Ringo y que en 1976 dejó paso al Banco Zaragozano. O los cafés Brillante y Continental, la farmacia Serrano, la peluquería de Aja, una sastrería cívico-militar, una tienda de muebles, el café Correos, la librería Careaga, el Aéreo Club, la peluquería de Julián Gil y el Banco Central.
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