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Repasamos en estas imágenes la nueva y original señalización del suelo de Logroño
1
En este caso la señal indica que se entra en una zona de prioridad peatonal, en la que el coche es un invitado y donde los peatones pueden circular por donde quieran. Como 11 de Junio, por ejemplo. Pero la experiencia enseña que con poner una señal no vale. Hay que hacer que la calle sea distinta para el peatón, pero sobre todo para el coche. De ahí los trazados sinuosos, las líneas desacostumbradas: la idea es que el conductor quede ligeramente sorprendido, y reduzca la velocidad. «Si se hace con elementos que el conductor reconoce, inmediatamente acelera».
2
Madre de Dios es la gran intervención de este cambio. Ya no es una calle que se pacifica o una acera que se ensancha, sino una «supermanzana» que tendrá hasta sus «puertas» de entrada. Todos los cambios de sentido y los cortes de calles van en la misma dirección: promover que sólo entren los coches que van a domicilios de comercios de esa calle, y desanimar al tráfico «de paso». Además, todos los recorridos peatonales se ensanchan y se favorecen, los pasos peatonales se acortan y se crean pequeñas plazas totalmente peatonales, como ante la Rafael Azcona o en la calle Cantabria, ante el colegio público Madre de Dios
3
El rayado rojo, azul y amarillo es quizá el diseño más distintivo de todas las intervenciones de Logroño. Las rayas tienen su significado (el naranja, por ejemplo, es el espacio peatonal, el rojo el nuevo espacio ganado...) pero lo más importante es que señalan un espacio que es exclusivo para los peatones. Si esto no fueran intervenciones de urgencia y baratas (eso que llaman «urbanismo táctico») ese espacio se habría ampliado con baldosas y bordillos: una nueva acera. Este método es más rápido y urgente, pero provoca extrañeza en los vecinos de una ciudad que nunca ha visto nada semejante (aunque otras muy cercanas sí)
5
En Madre de Dios (pero también se vio antes en Albia de Castro) el Ayuntamiento generaliza la batería «reversa», que tiene varias ventajas: se entra marcha atrás y se sale hacia delante (y en ambas maniobras es más fácil ver quién circula) y además el maletero queda sobre la acera. En muchas calles la disminución de la anchura de los carriles de circulación posibilita alejar ligeramente el final de las plazas de parking de la acera, evitando que el «culo» del coche la invada. Para ello se colocan topes como estos, de la calle 8 de marzo, que el Ayuntamiento recolocará, porque están demasiado cerca de la acera y no cumplen su función.
... Otras intervenciones no tratan de crear zonas de prioridad peatonal ni «supermanzanas», sino simplemente de «distribuir» el espacio de una forma más equitativa, restando a los coches y añadiendo a los peatones, además de que esto último facilita el distanciamiento social, sobre todo en calles con mucho tránsito peatonal. Gonzalo de Berceo es un buen ejemplo. Se ganan espacios a los laterales de las dos aceras (que no son, por cierto, carriles bici: los ciclistas han de ir por la calzada). Los carriles de circulación, antes innecesariamente anchos y que animaban a la doble fila, se estrechan y además los aparcamientos alternan entre uno y otro lado de la carretera para crear también un «zig zag» que anime a reducir la velocidad.
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