El Parque de Servicios busca dar una salida a sus recuerdos

Basta con darse una vuelta por el gran espacio en Pradoviejo del que se sirve el Ayuntamiento para caer en la cuenta de que la información que pueda aportar la web municipal del recinto con dirección en Las Tejeras, frente al hipermercado Alcampo, siempre se quedará corta.

Porque el Parque, que data como tal de noviembre de 1984, es un Logroño en sí mismo, de valor incalculable al tener vida propia pues desde entonces se ha ido construyendo a base de recuerdos. Recuerdos de un pasado más o menos lejano y que, cíclicamente, tratan de volver al presente. Así puede entenderse el nuevo intento de una corporación municipal por recuperar pensando en el futuro parte de esa memoria, colectiva generalmente pues suele estar en el imaginario de varias generaciones.

El gobierno local, con Conrado Escobar al frente del reiterado reto, ya se ha puesto manos a la obra. Así se lo adelanta a Diario LA RIOJA el concejal de Arquitectura y Patrimonio Histórico, Íñigo López-Araquistáin, quien avanza los planes municipales al respecto confiado en que irán más allá de una declaración de intenciones.

«La idea pasa por contratar una asistencia técnica para elaborar un inventario específico de bienes históricos/patrimoniales depositados en el Parque Municipal de Servicios (elementos arquitectónicos, esculturales, arqueológicos, artísticos, etc.), que incluya el correspondiente análisis histórico y un orden de prioridades en cuanto a importancia, necesidad y nivel de protección; y la posibilidad o no de ser recuperados para la ciudad, así como sus potenciales ubicaciones», explica el actual edil delegado, quien coge el relevo con el que trató de correr Adrián Calonge el pasado mandato... sin llegar a la meta.

Así pues, los nuevos planes pasarían por, de entrada, saber qué guarda Logroño en ese otro Logroño; para, ya después, decidir qué se puede hacer con ello y, por tanto, su manera de «ponerlo en valor» y devolvérselo a la ciudad de la que salieron.

López-Araquistáin alude al «empeño personal» del propio alcalde por rescatar una serie de elementos conservados, aunque más o menos olvidados, para que vuelvan a formar parte del paisaje urbano conocido y reconocible.

Ahí, por ejemplo, aparecería la recurrente locomotora que Pilar Salarrullana compró en Asturias por una peseta en 1993, y que fue retirada de la Gran Vía durante la reforma de 2006; y otros tantos 'sobrantes' de reformas que se hicieron –o se iban a hacer– condenando a la desaparición a esculturas y obras de diferente valor (desde los 'Elementos en tensión' del nudo de Vara de Rey a los vallados de los encierros mateos pasando por algunas piezas del antiguo Cuartel de Artillería)... pero sobre todo sentimental.

Los restos del torreón almacenados desde el 2000, escudos de Logroño y de sus nobles de diferentes épocas, los leones del Palacio de los Chapiteles y las tallas infantiles –decapitadas– que se ubicaban en la Glorieta completarían el listado que tiene en mente el equipo de gobierno local para su recuperación y recolocación. «No descartamos nada, pues la orden al respecto es dar salida a todo lo que se pueda...», sentencia López-Araquistáin.

En este sentido, la asistencia técnica en cuestión «incluiría, además, la elaboración en paralelo, en función de las características materiales de cada elemento, de un protocolo de recomendaciones técnicas para su guarda y custodia». A día de hoy, y entre toneladas de materiales en uso y desuso de Obras, Aguas, Alumbrado, Mecánica, Carpintería, Pintura y Herrería o Metalistería, un espacio en concreto atesora lo de mayor relevancia para la ciudad. «¡Atención! Material de alto valor histórico. Precaución al manipular», puede leerse en un cartel. Y el ejecutivo municipal, otro más, cree que ya va siendo hora de 'manipular' para rescatar.