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Ir al supermercado debe ser bastante deprimente para un agricultor riojano. Cada etiqueta, cada producto de la sección «verduras» recuerda una verdad evidente: que los precios a los que los hombres y mujeres del agro venden el fruto de su trabajo se multiplican varias veces ... cuando esos mismos productos llegan a las tiendas.
Es un tópico y un motivo de queja recurrente de la gente del campo, pero también es una verdad refrendada por los datos oficiales. En La Rioja, por ejemplo, la Consejería de Agricultura mantiene desde hace años (ya casi diez) un observatorio de precio de los productos agrarios riojanos. Una Hoja de Precios semanal, que incluye también una comparativa de lo más jugosa: los precios en origen y destino de una veintena de productos agrícolas riojanos.
Pues bien, según la última hoja publicada (la número 47 de este 2019, que corresponde a la semana entre el 17 y el 24 de noviembre) la media de lo que suben los productos agrícolas entre el campo y el destino final es del 265%. O, dicho de otro modo, los consumidores pagamos por los productos dos veces y media más de lo que reciben por ellos los agricultores. Y la evolución en los últimos meses no ha sido buena, al menos para los productores : el mismo boletín del año pasado recogía una diferencia del 227%, es decir, casi el 50% de distancia entre los precios en euros.
El problema de las medias es que enseñan pero a la vez esconden. Enseñan una situación global, pero esconden que en cada explotación las cosas son muy distintas. Así, por ejemplo, los productores de champiñón ven una subida de precios que podría considerarse más 'normal': del 53% para el producto en bandeja y del 89% para el que se entrega a granel. Sin embargo, un cultivador de repollo verá las cosas muy distintas: los 19 céntimos de euro se transforman en 1,40 euros en el otro extremo de la cadena. Es el 637% de aumento, no muy lejos del 587% que arrojan las patatas.
Este último producto, por cierto, tiene otra triste realidad para los productores. En noviembre de 2010 se pagaba en origen a exactamente el mismo precio que ahora mismo, nueve años más tarde: 0,15 euros. Sin embargo, entonces el precio medio final era de 0,69 euros, y ahora es de 1,03 euros. Es la diferencia entre una subida del 310% y la actual, en la que casi se sextuplica el coste de un lado a otro de la cadena agrícola.
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