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A estas alturas ya estoy dispuesto a reconocer que la amnistía es necesaria. No sólo eso: es ética, estética y superconstitucional. No me llega el poder de autoengaño como para decir a lo Sánchez que siempre he pensado así aunque la hemeroteca me desmienta. Pero ... eso seguramente será culpa mía, que no puedo seguir el ritmo que marca la cambiante brújula de la Moncloa y parecer, como otros opinadores, encantadoramente convencido en cada giro.
Lo del referéndum ya me va costando más, pero supongo que todo sería proponérselo si el interés de España (caprichoso él) lo requiriera.
Lo que ya me resulta casi imposible es mantener la fe cuando veo gráficos como el que acompaña a estas palabras. Si es usted de los que se asustan cuando ven rayas, colorines y números, permítame que les explique mis motivaciones.
En el cuadro se ve la evolución de la deuda pública de cada comunidad autónoma en los últimos veinte años. Cataluña siempre ha sido la comunidad más endeudada (en número bruto) de España. Dicen que es por culpa de la financiación, ya saben, que a los demás nos dan más dinero que a ellos.
Pero aún asumiendo eso (que ya es asumir, tras años de influencia pujolista ante gobiernos de todo pelaje) cuadra difícilmente con lo que va pasando después.
La deuda pública de todas las comunidades va subiendo, y se dispara a partir de 2008. La crisis, recuerden. Cuando todo iba fatal y las administraciones simplemente no tenían ingresos, pero sí gastos. Hasta 2010, más o menos, todas suben a la par. Más o menos, repito. Pero desde ahí, lo de Cataluña es sencillamente arrebatador: la deuda de las administraciones catalanas se dispara hacia el techo a una velocidad de vértigo, dejando a las demás atrás, atrás. Incluso cuando las cosas mejoraron, hacia 2014, y los otros malos estudiantes (Valencia, sobre todo, o Andalucía) conseguían contener el crecimiento de su deuda, los catalanes seguían empeñados en romper el tejado.
Ahora, desde la orgullosa altura de sus 84.000 millones de deuda, va y dice la Generalitat que, oigui, no es culpa suya. Que Espanya ens roba, y que si Sánchez quiere presidenciar, va a tener que poner en el empeño, además de la dignidad de la ley española, el dinero de los españolitos. Que les debemos 450.000 millones, saben. Como para pagarse la deuda y otras cinco más.
Puede que Sánchez no pase por el referéndum, en un ataque de dignidad. Pero me da a mí que por esto de la pasta sí pasará, aunque no llegue a esa cifra. Ay, en fin: no sé si acabaremos perdiendo la dignidad, pero casi seguro que, en todo caso, tengamos que pagar la cama.
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