El Ochavo espera ya sus anunciadas obras de 'minirreforma'

Tan corta, que se recorre de principio a fin en apenas 20 pasos; y tan estrecha, que cualquiera puede tocar ambos extremos con tan solo estirar los brazos. La calle del Ochavo, en pleno Casco Antiguo, es conocida por ser, en definitiva, la más pequeña de Logroño con entrada y salida en una Villanueva que sigue dando pasos de cara a una recuperación que, de momento, está por llegar.

El Ayuntamiento, de hecho, licita en estos momentos una nueva fase de la reurbanización que mantiene en marcha desde el pasado mandato, con fondos europeos (Edusi) pendientes desde la anterior. Una fase que, en esta ocasión, se centrará en la calle Los Baños, pero que de paso incluirá El Ochavo como 'callejón' singular de tránsito entre la citada y El Horno.

«Ya era hora de que le tocase», sentencia un vecino del barrio de toda la vida que asegura que utiliza la característica calle como «atajo», aunque en ocasiones, y dado su estado, es «casi preferible evitarla». Un cartel, vecinal pese a lo de citar al «Ayuntamiento de Logroño» en el mismo, advierte de que «se están tomando medidas de videovigilancia y se va a denunciar a quien orine, defeque o vomite en esta calle». Una forma, cuanto menos, de protesta ante el castigo que viene sufriendo la calle, como el resto de la zona, al ubicarse en pleno centro del ocio nocturno... del de altas horas de la madrugada, además.

«De todos los callejones que enlazaban entre sí las diversas calles del barrio de la Villanueva, prácticamente es el único que se ha conservado en sus típicas características de dimensiones extremadamente reducidas, ya que desaparecieron para siempre el callejón de la Matanza y la pequeña plazuela que unía San Gil con San Roque, como igualmente la plaza que constituía esta última y a la que desembocaba la calle Baños, por cuanto esta arteria era completamente cerrada, circunstancia que también concurría en la calle Yerros», puede leerse en 'Las calles de Logroño y su historia' del otrora cronista oficial de la ciudad, Jerónimo Jiménez.

«La calle Ochavo fue respetada y aun cuando las construcciones que hoy la forman contabilizan ya cierto número de años, su línea se sigue manteniendo como en muy pretéritos siglos, enlazando las calles Horno y Baños. Este callejón ostenta la titularidad de ser el más estrecho y reducido de dimensiones de nuestra ciudad y, en buena medida, nos trae al recuerdo la urbanización propia de Logroño en ya muy lejanas épocas», se concluye en la referida obra.

Hoy, en El Ochavo –probablemente tal nombre vaya íntimamente vinculado al de las dimensiones propias de la calle, ya que la pequeña moneda conocida como tal era considerada de poco valor–, del actual callejón, tal vez ni calleja, destaca sobre todo un pavimento propio de una zona de guerra –al igual que Los Baños–, y si los vecinos del barrio no protestan más por su mal estado es porque no tiene portal alguno.

Así, la contratación municipal en marcha contempla la renovación de la pavimentación de ambas calles como plataforma única, con carácter peatonal y materiales similares a los existentes en los viales próximos –aunque por El Ochavo únicamente cabe una moto, una bici o un patinete–. De la misma manera, se renovarán todas las redes e infraestructuras, tanto a nivel de suelo como de cielo, de cara a una reurbanización integral a imagen y semejanza de lo ya ejecutado.

Primero fueron las calles Hospital Viejo y Los Yerros. Después, La Brava y El Horno. Por último, y tras las plazas entre ambas, fue el turno del colegio San Bernabé, así como para parte de Rodríguez Paterna, San Gil y San Roque –donde actualmente se trabaja–. Y ahora, sin detener lo que tanto costó poner en marcha, es el momento de las calles Los Baños y El Ochavo. Lo que ya se espera, singularidades aparte, más que nunca: las obras de reforma, de 'minirreforma' en esta última dadas sus características.

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